31. ENCUENTRO DESAMOROSO

35 6 0
                                    

Damián me recibió con una regañada intensa. Actuó igualito que su madre. No pude decir nada en contra. Era obvio que se iba a poner así. Me fui sin avisarle y estaba muy claro que yo no era nada consciente.

Acompañado de su enojo estaba la consternación. Me dijo que, si planeaba huir de nuevo, que le avisara. Él me acompañaría hasta el fin del mundo. Lo malo era que, en mis episodios de locura, no pensaba bien las cosas y solo actuaba, sin ver quien salía afectado; una pésima cualidad.

Después de la llamada de atención, nos movimos a nuestro siguiente punto en el mapa: Los Ángeles, California.

—Aquí nos quedaremos un par de días—dijo Svahn. Nuestra vivienda temporal era una casa de un piso bastante bonita. Mejor que donde pasamos la noche en Tijuana. Su localización era cerca de Little Tokyo, el barrio japonés.

—¿Cuánto exactamente? —pregunté.

—Una semana, aproximadamente. Quiero que tus heridas sanen mejor, también, aplacará las aguas.

—Debe andar como perro, ¿no? —inquirió Damián de mala gana, refiriéndose a Isaías. Svahn asintió con una mueca.

—Está desesperado, por eso nos tomaremos un tiempo aquí para mayor seguridad.

No hubo más comentarios.

El primer día Damián y yo pasamos el rato en el jardín trasero. Nos preparamos una limonada y platicamos. Él trataba de no tocar temas respecto a Isaías o mi familia, aunque no era tan sencillo de lograr. Era el tema estelar y la razón de nuestra estancia en Estados Unidos.

Como pasarlo por alto.

El segundo día vimos la tele y al tercero mi ánimo se fue al carajo. Me la pasé todo el día en cama, "durmiendo". Solo se me apetecía llorar, no hacer nada y desear que fuese el fin del mundo. O que un buitre llegara, me picoteara toda y así, serle de utilidad al animal.

Por mala fortuna los buitres están alejados de la ciudad.

Pretendía con Damián que estaba bien, porque era un hecho que mi amigo no necesitaba más drama. Esta vez quería mantenerlo tan alejado como podía de mis problemas, después de todo, eran míos solos. Yo tenía que cargar con ellos, no él, que ya ha pasado bastante conmigo.

En la tarde del quinto día de los siete que supuestamente íbamos a estar en Los Ángeles—según lo que comentó Svahn, quien se la pasaba frente a una computadora trabajando o en el teléfono hablando con quien sé yo—, salí del baño. Estaba lista para dormir más, recién bañada en un intento por conseguir relajar mi cuerpo—lástima que mi mente no estuviera en la misma sintonía—.

Quizá si hundía mi cara en el agua de la tina lo suficiente pudiera conseguir relajarme. Quizá podía batir mi récord aguantando la respiración bajo el agua, que consistía en ocho minutos.

—Virza.

Me topé con Svahn, interrumpiendo mis pensamientos suicidas. Se detuvo frente a mí.

Ya soportaba estar cerca de su presencia. La opresión en mi pecho se aminoró. Eso era bueno. Si me hablaba le contestaba. Corto, pero más educado que días anteriores.

No respondí de inmediato. Me quedé ahí, en silencio.

Se aclaró la voz.

—Voy a salir. Eh...

1,2,3,4...

—¿Puedo acompañarte? —la pregunta lo tomó por sorpresa. En definitiva, no se lo esperaba. Ni siquiera yo me lo esperaba, pero me urgía despejar la mente—. Si no...

Siempre Incorrecta© (#1) +21 ✓ ✓ ✓ COMPLETA [SAGA INCORRECTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora