16. LA NOCHE ESTRELLADA

61 10 4
                                    

Nos quedamos acostados un buen rato. Solo nos besamos, celebrando nuestro inicio de noviazgo. No hicimos nada más, a pesar de que yo estaba que ardía de deseo por verlo como Poseidón—era mi dios griego favorito después de Hades—. La semi borrachera se me estaba bajando. Mi diarrea verbal se compuso, lo cual fue un alivio. No quería marear a mi vampiro más de lo que ya lo había hecho.

Mi cabeza reposaba sobre su pecho. Su brazo derecho rodeaba mi espalda mientras su mano izquierda viajaba por mi pierna, la cual estaba sobre él. Parecía un perezoso sujetado a un árbol de eucalipto. Él era mi eucalipto, sin lugar a dudas.

—¿Cómo se siente? —pregunté, mis dedos tocando su cuello.

—¿Qué?

—Haberlo logrado—dije—. Enamorarme.

—Estoy feliz.

—¿Solo feliz? Pensé que me dirías orgulloso.

—Orgulloso no. Feliz, sí. Mucho. Orgulloso será más adelante.

—¿Más adelante?

Alcé la cabeza, mirando sus ojos.

—Parece que ya estás mejor—cambió de tema.

—Te dije que no estaba peda. He tenido peores borracheras. Y mi tolerancia al alcohol es muy alta—aseguré.

—Es un alivio que esté aquí para cuidarte.

—¿Cuidarme de que esté alejada del alcohol? —enarqué una ceja.

—Cuidarte en tus borracheras.

—Ah. No quieres que haga algo indebido. O estúpido. Serás mi nuevo Damián. Es básicamente lo que hace cuando salimos.

—En ese caso hay que darle un descanso. Se lo ha ganado.

—Creo que eso le gustará—reí—. Me gusta el color de tus ojos.

—Gracias. A mí me gusta el tuyo.

Hice una mueca.

—El azul está sobrevalorado.

—¿No te gusta el color de tus ojos? —preguntó un tanto sorprendido.

—No mucho, la verdad. ¿Ya te dije que me gustas mucho? —sonreí.

—Sí, aunque me encanta escucharlo.

Besé sus labios, moviéndome de mi sitio.

—Ven conmigo.

—¿A dónde? —inquirí curiosa. Antes de que pudiera aventármele y despojarlo de sus ropas, mi novio—que bonito se escucha—se levantó. Por consiguiente, hice lo mismo, sentándome.

—¿Te gustan las sorpresas? —extendió su mano en mi dirección.

—Depende. No me vas a aventar por ahí, ¿verdad? —entrecerré los ojos, sospechosa.

—Por supuesto que no.

—Hmm... No sé dónde dejé mis zapatos.

—Espera aquí, voy a buscarlos.

—Ok.

La búsqueda no fue tan tardaba y en un santiamén Svahn regresó. Muy lindamente me ayudó a ponérmelos. Una vez preparados, salimos de la casa, no sin antes avisarle a Damián, aunque Svahn ya se había adelantado. Mi amigo estaba comiendo. La escena en la sala no me causó terror. Ya estaba más que acostumbrada a ser espectadora de un video porno menos el director.

El exterior estaba fresco. Lo normal en una madrugada. Ni siquiera sabía qué hora era. Aún estaba oscuro.

Mi novio abrió el carro negro en el cual viajó. Desconocía a donde. Supuse que a atender algún trabajo con mi grandioso tío o padre. O ambos. Igual era información que yo no preguntaría y que muy probablemente él no me compartiría. Está bien. Entre menos supiera de sus movidas, mejor para mi seguridad.

Siempre Incorrecta© (#1) +21 ✓ ✓ ✓ COMPLETA [SAGA INCORRECTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora