4. FIESTA MALDITA

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La puntualidad en las fiestas no era lo nuestro.

Llegamos a la celebración familiar a las 8:49 y había comenzado a las 6. Bueno, lo importante era que estábamos presentes, no a qué hora llegábamos.

Me tardé buscando un regalo adecuado para mi santa madre, hasta que me llegó una increíble idea a la cabeza. Nada como merecerse una botella de tequila reposado, porque, ¿qué mejor regalo que licor para alguien que se la vive entre copas y copas?

La fiesta se estaba llevando a cabo en mi casa. Si la casa de Minerva era grande, la mía era enorme. Se encontraba situada en un punto alejado de la localidad, justo en un cerro del cual se apreciaba gran parte de la ciudad y su puerto marítimo. Contaba con alta seguridad: cámaras de vigilancia, cerca electrificada, alarma... Varios hombres armados la custodiaban—lo normal en el tipo de vida que estaban inmiscuidos—.

Mi casa estaba muy cercana a la casa de mi tío y su familia. Verlos muy seguido en la que fue mi hogar era habitual, más no placentero.

Mi relación con toda mi familia era pésima.

Dejé el obsequio sobre la mesa especial para regalos, echando un ojo a todo el arguende en uno de los jardines de la mansión. Parecía más verbena mexicana que otra cosa. Solo faltaba el papel maché y la piñata. Una banda norteña tocaba los éxitos favoritos de mi madre. Dos brincolines inflables servían como distracción para los niños, cuyos padres no podían estar más agradecidos de no tenerlos jodiendo todo el rato. Los meseros iban y venían con comida y bebida, atendiendo a todos los invitados los cuales eran muchos.

Socios, amigos, familiares... Era mucha gente.

Me parecía excesivo. No. Lo era. Pero así es mi familia. Derrochadores por elección y ni como pelear contra eso. Digo, yo también malgasto ese dinero sucio.

—Justo lo que esperaba de tu madre—masculló Damián. Me dolió la panza.

Un mesero cruzó por nuestro camino. Con un movimiento tipo ninja tomé una copa de vino blanco, bebiéndola hasta el fondo. Era para aguantar el rato ahí, porque solo peda podía soportar lo que eventualmente sabía viviría.

Dejé la copa en la mesa junto con los regalos envueltos en papel llamativo. ¿Qué se le puede regalar a una mujer que ya lo tiene todo? Dudo que uno de ellos le haya traído una licuadora. Madre no cocina ni de chiste.

Caminos por el césped, cuando desgraciadamente me topé con mi prima Ana Gloria. Bufé. ¿Por qué tan pronto?

—Ah, pero mira a quien tenemos aquí. Es Virza. Prima, no sabes la tranquilidad que ha habido en casa desde que te fuiste—odiaba ese tono de voz, queriendo ser inocente cuando era más puta que la chingada. Al menos yo acepto lo que soy, pero ella...

Su novio la acompañaba. Un palurdo sin chiste que solo quería caer bien para seguir disfrutando del dinero que ella gastaba con él. Si para ser pendeja no se estudia.

Ana Gloria es menor que yo por un año, teniendo 20. Estaba fea y punto. No entraré en detalles sobre su físico. Ni pa' que perder el tiempo describiéndola.

—Estaba tan angustiada por saber lo que pensabas que no podía dormir—dije irónica.

—Solo digo la verdad.

—Todo lo que salga de tu boca me vale verga.

—Ash, no seas grosera. Solo te estoy dando una información. No es para que saques tus garras, como la perra que eres.

—Porque no mejor te metes tu información por el culo, Ana, que nadie te la pidió—intervino Damián, como siempre defendiéndome de la basura de mi familia.

Siempre Incorrecta© (#1) +21 ✓ ✓ ✓ COMPLETA [SAGA INCORRECTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora