25. DUDAS Y RESENTIMIENTOS

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Me miré al espejo. Estaba hecha una mierda, justo como me sentía. La piel de mi rostro parecía una pintura hecha con acuarelas, con tonalidades moradas, lilas, rojas y verdes. Mi ojo derecho estaba del tono morado más intenso de mi vida y ni qué decir de los moretones en mis mejillas. Tenía una pequeña venda en la nariz y una sutura en el labio y algunos otros hematomas en mis brazos.

Era una imagen espantosa. Mi cara no había estado tan hinchada como ahora. Ni siquiera cuando tuve esa intoxicación por comer pepperoni verde de una pizza congelada.

Salí del baño. Damián y Svahn hablaron con Meche y Xavier, resolviendo sus dudas. Svahn omitió gran parte de la información que le di sobre mi padre, solo mencionó que había perdido la cordura y quería hacerme daño. Se lo agradecí. No estaba preparada para que mis amigos, a excepción de Damián, supieran sobre lo que mi padre me hacía. Por su parte, Damián casi pierde la cabeza, enterándose del mal que me ocasionó papá. Me dio consuelo y apoyo, como siempre, y luego maldijo a mi padre hasta de lo que se iba morir.

Yo seguía en shock. Acepté lo que me hacía, pero aun no quería enfrentarme a esa realidad. Aún no quería tener que luchar contra todo lo bueno que fue mi padre para borrarlo de mi sistema y solo quedarme con lo malo.

Me sentía fragmentada. Era mi padre, quien estuvo conmigo gran parte de mi vida. Quien más me apoyó, quien me cuidó. Que me amó.

"¿Te amó de verdad?"

No quería pensar. No quería saber.

Nos encontrábamos escondidos en una casa que Kike seguía construyendo en una zona de Chapultepec. Damián llamó a Kike. Él estaba con Svahn, así que ambos les dijeron que hacer y a donde ir.

No sabía que había pasado con Paúl. Quizá era mejor seguir sin saber nada al respecto.

Me acerqué a la ventana del asqueroso cuarto blanco donde pasé la noche. Me asomé por los espacios libres. Un árbol de fresno enorme creaba una hermosa sombra en el patio. No era una calle muy transitada. Estaba todo muy tranquilo afuera, casi silencioso.

Suspiré, derrotada, perdiendo mi vista en las hojas del frondoso árbol.

1,2,3,4... No, otra vez.

1,2,3,4,5... No, no.

1,2,3 ... Mierda.

1,2,3,4,5,6,7...

1,2,3,4,5,6,7.

1,2,3,4,5,6,7.

Conté las hojas. Conté y conté. Volví a contar. No me di cuenta que estaba arañando mi brazo derecho hasta que escuché la puerta abrirse. Giré todo mi cuerpo, deteniendo la manía. Era Xavier.

—¿Quieres? Sé que te gustan.

Mostró unas galletas de chispas de chocolate.

—Ok. Gracias.

Se acercó, abriendo el paquete. Me dio una. Miré la galleta, contando las chispas. Cinco en total.

—¿Dónde las compraste? —le di una mordida.

—En el OXXO. Hay uno cerca.

—¿No se supone que no podemos salir? —pregunté. Por seguridad Svahn nos pidió no dejar la casa hasta que las cosas se hayan enfriado y supiéramos que hacer. Él vendría con un plan o solución y nos lo haría saber. Solo nos quedaba esperar.

—No me gustan las órdenes, especialmente si vienen de tu gringo. Además, fui rápido. Soy como FLASH.

—Idiota. Dame otra.

Siempre Incorrecta© (#1) +21 ✓ ✓ ✓ COMPLETA [SAGA INCORRECTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora