Exhalé, viendo el humo viajar por encima de mí. Transparente, pero espeso al mismo tiempo.
Extraño.
Recargué mi cabeza contra loseta fría del piso, perdiendo la vista en el viajar lento del humo.
Fumé de nuevo, empapando mis papilas gustativas del sabor amargo de mi cigarrillo. Fue fácil conseguir uno. Solo bastaba con visitar a Kike y compañía y robarles un poco de mercancía, nada demasiado llamativo.
Mi cuerpo lo necesitaba con urgencia. Necesitaba apagar un rato mi cerebro, dejarlo descansar.
Cerré mis ojos, respirando profundo.
—¿Qué mierda haces ahí adentro? ¡Abre la puerta! ¡Nana!
Relajación.
—Con una chingada—intentó abrir, alborotando el pomo de la puerta—... ¡Ya salte! ¡Tienes tres horas ahí dentro, salte a la verga! ¡Me estoy cagando!
Me reí. Demasiado.
—¡Abre! ¡Que me cago! —golpeó la puerta, desesperado. Lentamente me puse de pie, aunque mi cuerpo estaba tan relajado que no quería moverme—. ¡Salte, nana! ¡SALTE!
Abrí, con una sonrisa en mi rostro. Damián no estaba nada feliz.
—¡Hija de tu chingada madre! ¡Muévete a la verga! ¡Si me cago tú me vas a limpiar! —me empujó, sacándome del baño. Se encerró enseguida—. ¡Puta madre! ¡Apesta a tus chingaderas esas! ¡Te las voy a tirar!
***
—No mames. Si vuelves a encerrarte en el baño juro que le quito la perilla y adiós intimidad.
Hice la cabeza hacia atrás, recargándola ligeramente sobre el mueble.
—No es como si tuviéramos mucha intimidad.
Damián y yo nos podíamos ver en calzones y no pasaba nada. Nuestra amistad estaba en otro nivel del que los amigos cotidianos podían gozar. Éramos mucho más que amigos.
—Cierto...pero igualmente lo haré. O, sacaré llaves para poder abrir y sacarte a la verga.
—Ay, ya, lograste llegar a tiempo.
—¡Por casi nada! —alzó las manos, dramático—. Eres una pésima compañera de cuarto.
—No te voy a regresar el depósito.
—¿Cuál depósito, loca? —reí. Se sentó conmigo en el mueble—. Tu madre esa apesta.
—No más que tu caca.
—Sí, pero mi caca es natural. Y legal. La policía no va a venir a llevarme a la cárcel por mis olores orgánicos.
—Ya es legal consumir mota en casa—viró los ojos—. Y si te pueden meter a la cárcel por tus olores. Son capaces de matar a alguien. La viejecita de abajo es bastante delicada. Te meterían preso y todos los reclusos sabrían que estás ahí dentro por tus aromas asesinos.
—Bueno, si intentan algo contra mi podré defenderme. Una buena cagada y ya, libre de peligros.
—Tonto.
Hizo una pausa.
—No hagas ninguna locura, ¿ok? —dijo con una advertencia entre líneas. Preocupación también. Cerré los ojos.
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Siempre Incorrecta© (#1) +21 ✓ ✓ ✓ COMPLETA [SAGA INCORRECTA]
Romance[Libro 1 de la Saga Incorrecta] Virza es una universitaria de 21 años a la que su familia desprecia por "mentirosa" y para sobrellevar el dolor que carga y sus episodios de ansiedad, gusta por beber y drogarse. Siempre ha creído que nadie la querrá...