Siempre Incorrecta© (#1) +21 ✓ ✓ ✓ COMPLETA [SAGA INCORRECTA]

27. NO ME HAGAS DESPERTAR

La hora de la despedida llegó.

—Cualquier cosa Vincent los ayudará. Pueden confiar en él—repitió mi novio.

—Es hora de irnos. Nos espera un divertido viaje—dijo el chico con voz grave. Parecía algo engreído también.

Bueno, como fuera, solo esperaba que llevara con bien a mis amigos hasta el lugar seguro.

Damián y yo los abrazamos, deseándoles un excelente viaje sin ningún contratiempo. No estaría tranquila hasta saber que llegaron con bien.

—En serio, gracias.

—No te sientas culpable porque yo no me arrepiento de haberte salvado de ese cabrón—Meche me abrazó fuerte—. Además, viajando con ese bombón caliente todo se pasa.

—Ya oíste a Xavi. Nada de sexo.

—No seas aguafiestas tú también—rio—. Ya me conoces. Si fuera Estefi ahí sí téngame miedo.

—Ya, mucho chisme—dijo Xavier. Nos abrazamos—. ¿Estarás bien?

—Claro que sí. Tengo a mi guarda espaldas perfecto—viró los ojos—. Hablo de Damián.

—Ajá.

—No se separen. Es mejor que anden juntos, aunque no tan juntos—lanzó Damián, siempre con diversión.

—Descansaré de tus mamadas por un rato—soltó Xavier.

—Cuídense mucho.

—Igual. Los esperamos en donde sea que vayamos. Nos vemos pronto.

***

—Muy bien. ¿Ahora qué hacemos?

En el garaje de la casa—estaba bastante privado, resguardado tras la barda—un Honda Element 2004 color naranja nos esperaba. Era hora de que nosotros también partiéramos.

—Woow. Me imaginaba un viaje un poco más... lujoso.

—No debemos llamar la atención—comentó mi novio, acercándose al auto.

—Pero, ¿en un Element? —Damián hizo una mueca. Odiaba el Element porque según él, era un cubo sin expresión.

Tonterías de Damián.

—Hay cientos de ellos en la ciudad. Mejor mezclarnos que destacar.

—Hmmm...

—¿En serio te vas a poner mamón por un carro?

—A huevo, nana. Sabes cuánto desprecio los Element. Mi estatus se irá al suelo por subirme a este espanto de auto.

—Nadie te mirará. Será nuestro secreto.

—Jaja, que chistoso, Svahn.

El rumano esbozó una pequeña sonrisa.

—Suban. Hay que irnos.

En total contra de su voluntad, Damián tomó el asiento del copiloto. Yo me fui atrás. Las ventanas estaban polarizadas. Las de enfrente un poco menos que las de atrás, pero igual protegían del exterior.

—Iugh. Soy muy fifí para este carro—mi amigo se abrochó el cinturón, viendo el interior con desprecio—. Ni siquiera hace match contigo, Svahn. Una Durango hubiera sido mejor.