2.

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—¿Dormirás toda la tarde? Sería bueno que sacaras a pasear a Lotus —Me sobresalto un poco al escuchar la voz de mamá, tanto, que dejo caer el teléfono sobre mi rostro. Con un gruñido me pongo de pie y veo a mi amado perro acostado sobre la alfombra, sus orejas se mueven un poco cuando me remuevo en mi lugar y me siento.

—Vamos a pasear, orejudo. —El pitbull suelta un fuerte ladrido y se levanta de un salto. Muchos verían raro el que yo tenga un pitbull como mascota, pero Lotus era mi bebe, lo encontré cuando apenas era un cachorro y desde entonces han pasado cinco años.

Las personas suelen ser lo bastante egoísta y malvados con animales que solo entregan amor a cambio de nada. Por eso había perdido la fe en la humanidad.

Me pongo de pie con Lotus siguiéndome, gracias a Dios las cajas ya habían desaparecido, solo faltaban cosas pequeñas por colocar en su lugar, sonrió cuando veo la correa de mi perro y no tardo mucho en colocársela.

—Regreso luego, cualquier cosa tengo mi teléfono.

—Cuídense. —La voz de mamá se ve bloqueada cuando la puerta es cerrada detrás de mí.

Estaba empezando a odiar la tarde y sólo era el primer día. La cola café de Lotus impacta contra mi pierna, haciendo que suelte un leve quejido. Él simplemente podría poner de rodillas a cualquier persona un sólo golpe de su cola.

Cuando giramos en la primera esquina me percato de Blake, viene caminando hacia mí con la vista clavada en su teléfono. Niego divertida y soy halada por la fuerza del can hasta que quedo frente a mi hermano.

—Pareces muñeca de porcelana —Blake se ríe y pongo los ojos en blanco —. Una muñeca poseída ¿Se te acabó las lentillas?

—Combina con mi cabello —Él sacude la mano quitándole importancia —. Además el vestido azul resalta mi cabello.

—Como sea ¿A dónde llevas a Lotus? —Me encojo de hombros dándole una rápida mirada a mí alrededor, el lugar era acogedor y varios árboles cubrían parte de las aceras.

—No tengo idea, pero buscare algún parque aquí cerca, supongo. —Mi hermano menor frunce un poco el ceño y me mira de pies a cabeza.

—Vi un parque a unas cuantas cuadras —inclina la cabeza hacia un lado indicándome el camino —. Vamos, no quiero ir a casa aun.

Niego divertida y su mano barre la correa de Lotus de la mía. Blake, para ser un chico de 15 años, era lo bastante maduro, aunque había momentos en los que dudaba de su edad mental.

—¿Cómo te fue en la escuela? —Su teléfono es nuevamente colocado en los bolsillos de su pantalón y su ceño se frunce de nuevo.

—Hay dos grupos de personas, es algo extraño. Unos llevan una chaqueta gris y otro grupo una chaqueta roja. —Ladeo la cabeza recordando al grupo que logre ver en la universidad.

—Yo también vi algo parecido. Sólo que todos llevaban una chaqueta gris. —Lotus hala la cadena con fuerza cuando volvemos a girar en otra esquina. Desde donde estamos logro ver una cancha y junto a la misma un parque.

—Es ahí, dicen que juegan básquet en esa cancha.

—Creo que eso es obvio. —Me burlo al ver como las canastas se alzan a cada lado de la cancha. No estaba nada mal, pero si no fuera una activista contra los deportes, me divertiría. Pero odio sudar.

—¿Conseguiste amigos? —Miro a mi hermano menor y no puedo evitar fruncir el ceño. Vale, sé que no soy muy social, pero tampoco soy una ermitaña. Lo único negativo en mi persona es ser como me gusta. Las personas suelen juzgar a un libro por su portada y creo que yo no fui la excepción.

Green Eyes © |SIN EDITAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora