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|Primer corrección del capítulo|


—Aún no logro comprender tu loca obsesión por teñirte el cabello. Terminarás calva, lo veo venir —La mata de cabello castaño en mi puerta capta mi atención y mi hermano mayor me observa, totalmente desconcertado.

Lo ignoro, demostrándole lo poco que me importaba.

Bastian amaba bromear sobre mi cabello. El simple hecho de no meterse en sus asuntos, llegaba a irritarme. ¿No podía dejarme en paz? Con un último bufido termino de aplicar la mascarilla rosa en mi cabello, cerciorándome de cubrir cada hebra de cabello negro.

—El cabello es sólo eso, Bastian —discrepo. Girándome hacia él, pero con lo único que soy capaz de encontrarme es con la sonrisa divertida de mamá—. Hola, mamá.

—¿Puedes ayudarnos a meter las cajas? Al menos hasta que puedes sacarte eso del cabello, By —Pongo los ojos en blanco, asintiendo de mala gana para luego sujetar mi cabello en un chongo y colocarme de pie, siguiendo a mí madre escaleras abajo, no sin antes deshacerme de los guantes cubriendo mis manos.

—Ellos están haciendo un buen trabajo —Me quejo—. ¿Cuánto necesito suplicar para no entrar cajas a la casa? —La risa de mamá no se hace esperar y toda mi esperanza se va al caño cuando golpea mi espalda con suavidad y luego se pierde en el interior de la cocina.

—Si no quieres tu computadora y tu equipo de sonido, por mi está bien —Su voz suena algo apagada y es cuando suelto otro bufido más.

Odiaba las mudanzas.

Antes de poner un pie en California, mi vida se había asentado en Nueva york, era divertido estar ahí, pero todo se vino abajo con el aumento de papá. No me quejaba, al contrario, estaba feliz por él, pero mis amigas me harían falta y era algo que no podía perdonar sólo porque sí.

Cuando pongo un pie fuera de la casa, las matas de cabello castaño no tardan en entrar en mi campo de visión. Mi padre y mis hermanos estaban apoyados junto al gran camión mientras el conductor se encargaba de escuchar música dentro del vehículo. Elevo mi ceja con incredulidad y me acerco a ellos.

—¿La chica fresita o Ariel? —La sorpresa y diversión no se esfuman de los ojos de Blake, y es cuando vuelvo a poner los ojos en blanco. Mi mano se estrella contra la parte trasera de su cabeza, sacándole una queja al castaño.

—Gastas más en tu cabello que en alimentar a Lotus. —Papá se burla, ganándose una mala mirada de mi parte.

—Peor aún —Bastian añade—, terminará pintándole el pelo a ese pobre animal.

—Vine aquí para ayudar, no para soportar sus bromas —Suelto, más irritada de lo normal. Intento marcharme, pero los brazos de Blake y Bastian no tardan en envolverme en un gran abrazo, el cual nos obliga a caer al suelo—. ¡Bestias! ¡Suéltenme!

Bastian y Blake eran distintos a mí. Eran amigables, menos gruñones y no se tiñen el cabello. Ambos mantienen el cabello castaño heredado por mamá, los ojos azules por partes de mi padre, junto a esa gran musculatura cubriendo sus cuerpos. Ellos podrían levantar un auto si se lo proponían.

—¡Fuera de mi césped! —Aun con los brazos de mis hermanos aferrados a mi cuerpo, me giro y observo a mamá en la entrada principal. Lleva unos pantalones de yoga lo que parece ser una camisa de papá. El traje típico para ordenar la casa—. ¡Bastian, By, Blake!

Y ahí era donde empezaba las obsesiones en mi familia.

Al parecer, mis padres tienen una extraña obsesión con la letra B, lo que ya nos dejaba con cierta ventaja el día de nuestro nacimiento. Sin embargo, él día de mi nacimiento, se les había acabado las ideas.

Green Eyes © |SIN EDITAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora