Capítulo 23

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La incomodidad crece con el paso de los segundo, los ojos de mamá no se han despegado de los míos y su boca se abre, pero con una rapidez sorprendente la vuelve a cerrar.

El nudo en mi estomago no ha desaparecido, y lo único que quiero es que ella diga que no es cierto, que nada de lo que dijo Levy es real... que yo no soy hija de un monstruo...

—No eres hija de ese hombre, By. —Mamá murmura, en voz baja. Sus ojos castaños se posan sobre los míos y la veo tragar saliva—. Si, es cierto el resto... pero cuando escape.

—No creo que deba estar aquí. —Taylor la interrumpe y sin dejar que yo me niegue, presiona un beso en mis labios y se marcha de la habitación, cerrando la puerta detrás de él.

La incomodidad regresa con fuerza, y quiero que mamá continúe. Que por una vez en mi vida sea capaz de decir la verdad. Que por una vez sea capaz de verme de frente sin mentirme.

—Cuando me escape tuve que ser cuidadosa, pero aun así no logre salir completamente bien. —Mamá toma una lenta respiración, y por primera vez en mi vida, me arrepiento de haberle preguntado algo. Nunca había visto a Isabel Ross en el estado en el que se encuentra.

Temblando y aguantando las lágrimas.

Ella nunca había mostrado debilidad, al contrario, siempre había sido la que nos apoyaba a cumplir nuestras metas... y verla de esa manera...

—¿No soy hija de Ray? —Pregunto, observando la reacción de mamá, ella niega con la cabeza, su cuerpo se mueve en mi dirección y se sienta junto a mí en la cama, sus manos toman las mías y sus ojos se encuentran nuevamente con los míos.

—Cuando escape. —Ella vuelve a repetir—. Fui capaz de alejarme unos cuantos kilómetros, cuando iba en la mitad del camino, Ray me encontró—. Siento sus manos temblar, por lo que yo, soy la que le da ánimos para continuar—. Él tiene una estúpida obsesión con las cosas hechas a base de plata... En el momento en que Blair me encontró... Ray me había disparado, perdí al bebe. No eres hija de Ray, By.

Mi boca se abre, intentando decir algo, pero las palabras no salen, es como si todo lo que tuviera por decir se negara a liberar mis labios. Como si el alivio por escuchar sus palabras me quitaran el habla.

Ambas guardamos silencio por un momento, tratando de asimilar la información que ha sido abordada con tanta brusquedad. Sin decir nada, tiro del cuerpo de mamá, ignorando el malestar de mis manos y de mis piernas cuando me muevo para abrazarla.

Ella me devuelve el abrazo, y la escucho sollozar en mi hombro.

—Lo siento mamá... enserio lo siento mucho. —Me separo de ella, tomando su rostro entre mis manos y limpiando las lágrimas que resbalan por sus mejillas—. Esto no se quedara así, mamá, lo prometo.

—By, por favor, no hagas nada. —Ella se apresura a hablar, conociéndome más que yo misma—. No quiero volver a sentir lo que sentí hoy... ustedes son mi vida. Cuando recibimos la señal de que se habían llevado a Blake casi muero... ustedes con mis hijos.

Asiento, abrazando nuevamente a mi madre, sabía lo que significábamos para ella y para papá, lo sabíamos por la manera en la que cuidaron de nosotros, por cómo nos protegen, aun cuando podemos hacerlo por nosotros mismo.

Pero lo que Ray le había hecho, debía ser pagado con sangre.

—¿Cómo te sientes? —La voz de papá suena tranquila y cuando entra en mi campo de visión, le regalo una sonrisa. Había pasado al menos una hora desde que mamá se había marchado y desde que me había quedado sola, encontrando la manera en como acercarme a Ray y hacerle pagar lo que había hecho con ella.

Green Eyes © |SIN EDITAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora