Capítulo 34

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—Ya dije que no iras a ningún lugar, By. —Taylor murmura en voz baja, mi ceño se frunce nuevamente y no puedo evitar que el enojo se filtre en mi sistema—. No dejare que corras peligro.

—Es mi familia. —Respondo, observándolo desde mi lugar. El silencio que había reinado desde que habíamos descubierto la prueba de Lotus había sido demasiado incomodo—. Tengo todo el derecho de ir por ellos, Taylor.

—Pero no lo harás. —El alto pelirrojo se acerca a mí y su cuerpo se agacha hasta que nuestros rostros quedan uno frente al otro—. Blue... no estaré tranquilo si te tengo alrededor.

—Puedo cuidarme sola.

—Lo sé. —Él suelta un suspiro y sus manos se posan sobre mis mejillas, obligándome a mirar con detenimiento su iris verde—. Pero entiende que no quiero que estés en peligro, By. ¿Sabes que la plata puede hacerle daño al bebe?

Asiento, plenamente consciente de ello.

—No dejare que le pase nada al bebe, Taylor. —Digo en voz baja, mi labios se presionan contra la palma de su mano y suelto un suspiro—. Pero son mis padres y Blake... no puedo dejarlos solos, no cuando me necesitan.

—By...

—No. —Lo detengo—. Taylor, no cambiare de opinión, iré con ustedes. —El pelirrojo frente a mí asiente, sus manos se deslizan de mis mejillas y terminan sobre mi cintura.

—Bien. —Musita—. Iras, pero te quedaras junto a Greyson todo el tiempo, By, no te vas a despegar de él ¿Lo entiendes?

—No prometo nada. —Soy sincera al responder, Taylor me mira por lo que parece una eternidad y luego se levanta con rapidez, alejándose de mí y abandonando la habitación con un portazo.

Un suspiro tembloroso escapa de mis labios y siento como el miedo invade mi sistema.

No temía por mí, temía por lo que Ray o Lex podrían llegar a hacer con mi familia. Si fueron capaces de hacerle daño a la madre de Lex... no tendrían piedad con mi familia.

Mis ojos se fijan sobre la mesita de noche, aun marcaban las siete de la noche, según Taylor y su padre, saldrían a la media noche, para no llamar la atención.

Elimino los zapatos de mis pies y me subo a la cama, abrazándome a mí misma. Quiero salir detrás de Taylor, pero saber que estaba enojado conmigo por querer ir con ellos, me detenía.

Si él estuviera en mis zapatos, me entendería.

Mi espalda se apoya contra el cabecero de la cama y poso mis manos sobre mi estomago y dejo que una sonrisa algo triste se desliza por mis labios.

—Tu papi te ama, cariño, te ama demasiado. —El sonido de la puerta abriéndose me hace fruncir el ceño, pero este vuelve a la normalidad cuando veo a Taylor frente a mí, este carga un plato en su mano con lo que parece ser comida y un vaso de jugo.

—Tienes que comer algo. —Es lo único que murmura. Sus ojos no se detienen en mí, simplemente coloca el plato en mis manos y el vaso en la mesita junto a la cama, luego, se sienta frente a mí, para observarme.

No respondo, simplemente me limito a comer con detenimiento el trozo de carne en el plato, la pesada mirada de Taylor no se mueve de mi cuerpo y me siento sumamente incomoda.

El que él haya bloqueado cada uno de mis pensamientos y prácticamente me ignorara, me hace sentir mal. Podía entenderlo perfectamente bien, tenía miedo de que algo pasase conmigo, lo entendía a la perfección, pero me negaba a quedarme de lado y no ayudar a mi familia.

Cuando limpio el plato por completo, Taylor lo toma de mis manos y se levanta de la cama, para nuevamente abandonar la habitación. Un suspiro se libera de mis labios y de igual manera, me levanto de la cama, haciendo mi camino hacia el baño.

Green Eyes © |SIN EDITAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora