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5.

Capítulo corregido<3

—¿Hamburguesa? —La sorpresa tiñe mi voz y el pelirrojo se encoge de hombros escaneando el lugar. ¿Quién diablos desayunaba hamburguesas?

—También hay pizza. —La mención de la pizza hace que tire de él hacia el interior del local. Mi amor por la pizza podría dejar enemistades en amistades. El olor a comida rápida inunda mis fosas nasales, invadiendo mi cuerpo de felicidad. No paso por alto el retorcijón de mí estomago.

Estaba hambrienta.

Taylor me observa con diversión y siento mis mejillas calientes. Tenía más hambre de la que creía.

—Entiendo que estés hambrienta pero, ¿es necesario dejarme sordo?

—Idiota —Un gruñido se libra de mi parte cuando paso junto a él sin detenerme. Sujeto mi bolso con fuerza mientras observo al chico detrás de la caja registradora, me sonríe y debo responderle con mi mejor sonrisa solo para ser amable —. Una pizza hawaiana, por favor.

—Odio la piña, By. —Taylor se queja detrás de mí. Debo girar sobre mis talones para encararlo, y una dura mirada se forma en mi rostro dirigida a él. Noto el calor de su cuerpo gracias a la cercanía entre nosotros, pero ignoro ese pequeño inconveniente.

—La pizza es algo que no se comparte. Tu pagarás la tuya, y yo la mía, problema resuelto. —El pelirrojo pone los ojos en blanco, rindiéndose sin siquiera discutirlo. Regreso mi atención al cajero, su cabello negro está ordenado y vuelvo a sonreír.

—¿Algo más, linda? —Grandes manos se apoyan en mi cintura luego de que Taylor suelte en gran gruñido, captando la atención del cajero y la mía. Su mandíbula estaba apretada, tanto, que temía por la salud de sus dientes. Tira de mi cuerpo, colocándome detrás de él, encarando al moreno.

—No —Taylor me interrumpe, suena enojado y el moreno detrás de la barra frunce el ceño. Parece confundido—. Que la pizza esté rápido, no quiero perder más tiempo.

—También una coca-cola. —La mirada confusa del moreno se encuentra con la mía y asiente sin que Taylor lo note. ¿Qué diablos estaba mal con él? El chico solo era amable.

—Eres un idiota —musito, cruzándome de brazos. Me sobresalto cuando él gira hacía mí y una de sus manos se envuelve en mi brazo, tirando de mi cuerpo hacia una de las mesas del fondo. Inclina la cabeza un poco, indicándome que tome asiento.

Aun cuando fuese un imbécil, no dejaría mi pizza por nada del mundo.

Espero a que él ocupe el asiento frente a mí, pero no lo hace. Su alto y fuerte cuerpo me obliga a deslizarme hacía el otro lado del sillón mientras se sienta a mi lado. Ruedo los ojos, dejando mi bolso sobre la mesa, altamente irritada por su estupidez.

—Eres realmente irritante —gruño, observándolo de reojo—. ¿Qué diablos ocurre contigo? ¿Puedes, al menos, tratar de no ser tan idiota? —Me quejo. Él ciertamente sobrepasaba los niveles de estupidez neandertal. El hecho de que me guste esa parte de él, me irrita un poco más. Mis pensamientos se detienen cuando sé a dónde me dirijo.

Él no me gusta. Bueno... tal vez solo un poco pero, ¡¿a quién no?!

—Cuando todos esos imbéciles dejen de mirare. —A su respuesta se suma un gruñido y no dudo en observar a nuestro alrededor, varios chicos dirigen sus ojos hacía nosotros, lo que me hace fruncir el ceño.

¿Tenía algo en la cara?

Con horror filtrándose en mi sistema, rebusco en el interior de mi bolso un pequeño espejo y escaneo cada peca en mi cara. Un suspiro de alivio se me escapa cuando noto que nada está fuera de lo normal.