4.

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Capítulo corregido.


—¿Blanco? —Mamá pregunta con diversión cuando irrumpe en mi habitación. Pongo los ojos en blanco y termino de abrochar el vestido floreado alrededor de mi cuello.

—Era tiempo de cambiar el rosado. —murmuro abriendo mi closet y buscando unas sandalias a juego. La idea de usar tacones para un día de clases, sonaba a toda una tortura. Pasaría de ello.

—¿Cómo te has sentido, cariño?, ¿la fiebre volvió? —Cuando niego con la cabeza, ella parece bastante aliviada —. Creo que las infusiones funcionaron.

—Eso creo. —musito en voz baja. Mamá frunce el ceño y cuando está a punto de decir algo, la puerta principal suena, ella sin decir nada abandona mi habitación, dejándome sola en mi decisión de qué color de sandalias quedarían mejor con un vestido floreado.

Una semana había pasado y no había rastro de Taylor Acker, al parecer, había desaparecido de la ciudad, pero sus amigos seguían observándome cada vez que yo caminaba cerca a ellos.

Cosa que me ponía nerviosa.

La noche en que llegamos a casa luego de salir de la casa de Taylor, Bastian me dijo en distintos idiomas, que debía mantenerme alejada de él. Pero lo veía realmente imposible.

Desde ese día no había dejado de pensar en él y en las noches su recuerdo se cuela en mi subconsciente, regalándome unos cuantos dulces sueño.

Alejando al pelirrojo de mis pensamientos, rebusco en mi gaveta de lentillas, tonos claros no estaban en mi mente, quería unas más oscuras. Sonrío y doy unos saltitos al encontrar mis primeras lentillas grises, será divertido ver la expresión de los demás cuando las vean.

Tomando mi bolso, bajo las escaleras corriendo y beso la mejilla de papá antes de tomar una tostada de su plato.

—Los amo, voy tarde, comeré cuando tenga tiempo. —Ellos me observan un tanto divertido y salgo corriendo de casa, no sé donde está Bastian pero no tenía tiempo para esperarlo.

Me subo de un salto a mi auto y lo enciendo en un dos por tres, no sé por qué pero estoy ansiosa de llegar a la universidad y no es por otra cosa, solo espero llegar temprano a Historia.

Siento el tiempo transcurrir lo más lento posible y un suspiro es liberado de mis labios cuando me estaciono dentro del campus, cuando bajo del auto, mi vista se detiene sobre los chicos con la chaqueta característica del equipo de futbol, ellos me miran un poco y se sorprenden al ver el cambio en mi cabello.

Solo estaba blanco, no era nada fuera de lo normal. Al menos no para mí.

Un dejo de decepción se filtra en mi sistema al no encontrarme con aquella mata de cabello rojiza y esa dura mirada verde.

Ignorando las miradas que son lanzadas sobre mí cabello, camino hacia la entrada de la universidad y únicamente me detengo cuando una chica con cabello castaño esta frente a mí. Estoy sumamente confundida cuando fijo mis ojos en su uniforme de porrista; su sonrisa es aun más grande que la de Cheshire, por lo que intento retroceder.

Ojos castaños observan mis lentillas grises con sorpresa y alejo su mano cuando intenta tomar uno de los mechones de mi cabello.

—¿Sabes que realmente pareces una acosadora sonriendo así? —Pregunto, cuando noto cómo invade mi espacio personal. Ella me lleva unos cuantos centímetros, pero no me dejo intimidar.

No me dejé intimidar por un futbolista, y tampoco me dejaría de una porrista.

—Lo siento —Se disculpa con una sonrisa y se aleja un poco—, pero es realmente extraño ver a una chica con el cabello blanco en la universidad y me sorprendí. Mi nombre es Ariel. —Con algo de duda, estrecho su mano, sintiendo el calor que esta transmitía.

Green Eyes © |SIN EDITAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora