Extra I

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—¡Kilian! —La voz de Taylor me hace dejar de lado los platos en mi mano, con rapidez, rodeo la barra de desayuno que interrumpe mi camino y abro la puerta que conecta al lago, mis ojos se pasean por el amplio lugar y doy con las matas de cabello pelirrojo en el interior de la misma.

—¿Taylor? —mi voz sale algo preocupada, y sin importarme el andar descalza, corro hacia ellos. El fuerte pelirrojo abandona el lago, cargando contra su pecho a Kilian.

Los ojos verdes de Taylor escapan de los míos por un momento, y siento el impulso de provocarle dolor. Fulminándolo con la mirada, tomo a Kilian entre mis brazos y me detengo a examinar su rostro.

—¿Estás bien, cariño? —Los dientes blancos del pequeño pelirrojo se muestran con algo de diversión y siento como la preocupación empieza a deslizarse de mi cuerpo.

—¡Sí! —La risa Kilian me hace sonreír, pero termino negando con la cabeza.

—No deben darme ese susto, pensé que algo malo pasaba.

—Papá no dejará que nada me pase. —Mis ojos se elevan y terminan sobre Taylor, quien simplemente guiña un ojo en mi dirección. Su mano se extiende hacia mí y tira de mi cuerpo hacia el suyo.

Mojando parte del vestido que llevaba.

—Tú estas muy paranoica, Blue. —sus labios se presionan contra los míos, y ambos no podemos evitar reírnos cuando el abucheo de Kilian se hace presente. Como puedo, libero al pequeño pelirrojo, manteniendo mis ojos sobre él.

Luego de tres años, los cuatros nos encontrábamos felices, haciendo uso de la casa que Taylor tenía en la entrada de la manada, siempre alertas, siempre listos para cualquier peligro.

—¿Neferete aun no regresa? —Los brazos de Taylor rodea mi cuerpo, obligándome a pegar mi espalda contra su pecho.

—John dijo que necesitaba su ayuda. —No puedo evitar reír ante el tono de burla en la voz de Taylor. Claramente, la ayuda que John necesitaba era con Ágata.

Esos, pasen los años que pasen, seguirían siendo los mismos.

—¿Tienes hambre? —Un golpe seco contra mi trasero me hace saltar en mi lugar, pero soy atrapada por los brazos de Taylor.

—¡Deja de golpear a mi mamá, Acker! —La voz de Kilian nos hace reír y es Taylor quien presiona un beso contra mi frente para luego dejarme ir e ir por el pequeño pelirrojo.

Podía decir, que los últimos 6 años eran los mejores de mi vida.

No había más mentiras, sin muertes... sin dolor.

Mis padres, habían sido los primeros en disfrutar de su libertad, habían sido los únicos capaces de dejar la manada, al menos, para bien. Saber que ellos eran felices viajando de lugar en lugar, disfrutando de su matrimonio, me ponía contenta.

Por otro lado, Bastian había encontrado a su compañera. La mata de cabello castaño de Sil no hacía falta cuando de barbacoas se trataba, el ser humana no suponía un problema para ella.

Ella amaba estar alrededor de Bastian, y lo mismo podría decir de él.

—¡Quiero carne! —La voz de Kilian me saca de mis pensamientos y lo veo delante de mí, observándome con un gran ceño fruncido y sus grandes ojos verdes.

—No prepare carne. —sus ojos se entrecierran hacia mí, y sus labios se mueven con suavidad. En un abrir y cerrar de ojos, me rodea, corriendo con dirección a la casa.

Sabía perfectamente que si había preparado carne, tal y como le gustaba a él.

Taylor y yo caminamos detrás de él, dejando de lado el apuro que cargaba Kilian.

Green Eyes © |SIN EDITAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora