Capítulo 25

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Observo a Taylor desde el lugar en el que me encuentro, el nerviosismo por lo que íbamos a hacer tenía mis manos en constante movimiento, sin encontrar un lugar fijo en el cual dejarlas.

Los ojos de Taylor se posan sobre mi por un segundo, claramente sintiendo mi nerviosismo. Sus labios se mueven, en dirección al hombre encargado del lugar, para luego hacer su camino hacia mí.

Su alto cuerpo se agacha entre mis piernas, colocando sus manos en mis muslos y regalándome una sonrisa burlona.

—¿Asustada? —Niego con la cabeza, golpeando su brazo con algo de diversión.

—No, solo nerviosa, hace mucho que no hago esto. Exactamente hace 3 años. —Observo una de las paredes en las cuales hay una amplia cantidad de tatuajes—. Pero no encuentro uno que me guste.

—¿Cuál quieres? —Taylor pregunta, observándome atento, muerdo mi labio inferior, dudando de su aceptación ante el tatuaje que yo quería.

—Dijiste que también escogiera el tuyo. —El asiente, completamente de acuerdo. Sin decir más, sacó su teléfono de mi bolso, desbloqueándolo con rapidez y abriendo la foto que días antes había encontrado.

Taylor toma el teléfono cuando lo extiendo en su dirección, observando la pantalla algo divertido.

—¿Lobos? —Una de las cejas de Taylor se arquea pero sus ojos no se mueven de la foto.

—¿No te gustan? —Pregunto, algo decepcionada por mis gustos—. Podemos ver algunos de aquí, no es el definitivo. —Los ojos de Taylor se detienen sobre los míos.

—Me gusta, blue. —Una de sus manos toma la mía, presionando un beso en la muñeca de la misma—. Pero la mía será una loba blanca. —No puedo evitar sonreír ante la gran sonrisa del pelirrojo frente a mí, me inclino un poco, logrando presionar un beso sobre sus labios, cuando estoy a punto de separarme, Taylor me toma por el cuello, manteniéndome en mi lugar y invadiendo mi boca con su lengua.

Un jadeo se escapa de mi parte, pero un carraspeo nos hace separar con rapidez, haciendo que Taylor suelte un largo gruñido.

—No es un hotel, Acker. —Observo al hombre a unos metros de nosotros algo divertida, la tinta cubriendo su piel lo hacía parece mucho más malo de lo que parecía, pero el que me haya ofrecido té cuando puse un pie en el lugar, lo desmentía todo.

Y aun no cabía en mi cabeza que Ross era gay, él a simple vista parecía un hombre. Un hombre al cual le gustaba las mujeres, pero me había equivocado por completo.

—Es mi novia, puedo besarla donde quiera, Ross. —Ruedo los ojos, golpeando el brazo de Taylor cuando intenta tocar mi trasero.

—¿Quién será el primero? —Levanta la mano, sin dándole tiempo a Taylor de detenerme.

—Yo. —Tomo el teléfono del pelirrojo, recibiendo un ceño fruncido de su parte—. Ya tengo mi elección. —Ross asiente, acercándose a nosotros y tomando el teléfono de Taylor entre sus manos.

—Vale, necesito unos minutos para tener el molde. —Asiento, levantándome de mi lugar y tirando de la mano de Taylor para que se levante. Él no se niega, se coloca junto a mí, pasando su brazo por mi cintura y pegándome a su cuerpo.

—Volveremos en 30 minutos, Ross, debo alimentar a mi chica. —Frunzo el ceño, lanzándole una mirada enojada.

—No soy un perro, Acker, puedo comer sola. —Taylor rueda los ojos en respuesta. Suelto un gruñido, haciéndole conocer mí enojo y me alejo de él, haciendo mi camino fuera de la tienda.

Lo único que agradecía era que nos encontrábamos en el centro comercial y Taylor podía encontrarme en donde sea que este, pero ciertamente no quería alejarme mucho de él, no desde que papá había dicho que Ray tenía hombres detrás de mí.

Green Eyes © |SIN EDITAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora