Capítulo 29

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—Es raro estar de vuelta luego de dos semanas de vacaciones. —Murmuro, saludando a los chicos que realizan una leve inclinación de cabeza en nuestra dirección.

Las cortas vacaciones ya habían terminado y había que regresar al sufrimiento conocido como universidad, el brazo de Taylor aprieta un poco su agarre alrededor de mis hombros cuando suelta una leve risa.

—¿Querías quedarte en casa más tiempo? Poco faltaba para que trepes las paredes como una especia de demonio. —Ruedo los ojos, golpeando su mano cuando intenta escurrirla en el interior de mi blusa.

Las cosas con Taylor iban mejor de lo que pensaba, las estúpidas peleas por mi ropa eran menos o simplemente ambos nos rendíamos, dejando de lado la discusión y enfrascándonos en una guerra de cosquillas.

Algo demasiado maduro, según nuestras madres.

—Tengo hambre. —Murmuro, dándole una rápida mirada a Taylor cuando este se detiene frente al salón de historia. El par de esmeraldas se fijan en mis ojos, puedo ver la diversión filtrada en ellos, por lo que choco mi puño contra su hombro—. Iré por algo de comer, ¿Vienes?

—By. —Suelta con diversión—. Te das cuenta que podías haberlo dicho antes de llegar a la universidad, ¿cierto? —Me encojo de hombros, restándole importancia.

Tomo la mano de mi novio y tiro de él, logrando que se mueva, hacemos nuestro camino nuevamente hacia la salida. Mi ceño se frunce cuando veo a Bastian caminando junto a John y dos chicas más, las cuales me observan con una ceja arqueada.

—¿A dónde llevas a mi hermana? —Pongo los ojos en blanco cuando Bastian frunce el ceño con dirección al pelirrojo a mi lado, Taylor se encoge de hombros con cansancio.

—Bastian, ya hablamos de eso. By es la que me lleva a mi cuando de comida se trata. —Mi hermano menor posa sus ojos castaños en mí y yo asiento, completamente de acuerdo con Taylor.

—Yo pagare la pizza, no se pudo negar. —Bastian niega algo divertido y una de las chicas a su lado tira de su camisa, mi ceño se frunce casi por arte de magia y la observo con fijeza.

Cabello negro, ojos más oscuros que los míos, media y podía decir que a simple vista era algo tierna, pero nunca volvería a caer en mis instintos. Ya me había equivocado con Ariel, no volvería a pasar.

Los ojos de la morena se posan en Taylor, quien parece completamente ajeno a la mirada que le lanza.

—¿Y ellas son?... —Pregunto, lanzándole una mirada curiosa a John, quien simplemente observa a Bastian, este, me guiña un ojo.

—Van conmigo en las prácticas. Ella es June. — Señala a la morena que prácticamente cuelga de su brazo—. Y ella es Zea. —Señala, a la rubia que sonríe en mi dirección.

—Me encanta tu blusa, ¿la compraste a aquí? —Niego con la cabeza, observando la camisa a cuadros que había tomado del armario de Taylor, él también me observa para luego guiñar un ojo en mi dirección.

—Es de mi novio. —Respondo, señalando—. Estamos comprometidos y muy felices. — Sonrió con sarcasmo a la morena, quien aun mantiene sus ojos en el pelirrojo que pasa su brazo sobre mis hombros.

—Si no les molesta, debo dejar que mi chica me alimente.

—Dile a Eider que no golpee muy fuerte. —Murmuro, cuando paso junto a mi hermano, este me envía una mirada algo confundida y no puedo evitar reír. Si algunas de esas chicas ponían un solo ojo sobre su novio, correría sangre.

Mucha sangre.

Luego de veinte minutos, Taylor y yo nos encontrábamos en la pizzería, aquella pizzería en la que habíamos estado por primera vez. Una sonrisa estúpida se dibuja en mis labios cuando lo observo dirigirse a la misma mesa que ocupamos la última vez.

Green Eyes © |SIN EDITAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora