Capítulo 31

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—¿By?, ¿Qué ocurre, nena? —La voz adormilada de Taylor resuena en la entrada del baño, pero una fuerte arcada viene a mi cuando estoy a punto de responder, mis ojos se aprietan con fuerza cuando vació nuevamente el estomago en el inodoro.

Unas grandes manos se apoyan en mi espalda y la masajean con cuidado, me quedo tranquila, sabiendo de antemano que se trataba de Taylor.

—Estoy bien. —Miento por mucho. Un suspiro es liberado y trato de alejar las nauseas de mi sistema. Con ayuda de Taylor me levanto del suelo, alejándome un momento de él para poder enjuagar mi boca.

—¿Blue?

—Solo cierra la boca, Taylor ¿Si? —Murmuro, a punto de golpear todo lo que se encontraba frente a mí. Sabía perfectamente lo que estaba pasando y, aunque trate de negarlo la primera vez que las nauseas venían a mí, sabía que era posible que estuviera embarazada.

Y me enojaba conmigo misma al encontrar extremadamente contenta ¡Tenia 20 años!

Abandono no el baño, seguida de Taylor quien sin importarle mis palabras, tira de mi mano, llevándome hacia la cama, de mala gana me siento sobre su regazo y recargo mi cabeza en su hombro.

—¿Desde cuándo?

—Tres semanas. —Respondo, sin siquiera pensarlo—. Las nauseas, el hambre... los ataques a la nevera durante la noche. ¡Terminare como un  cerdo! —Taylor se rie, tirando de mi barbilla para poder verme a los ojos.

—Nunca me gustaron las escuálidas. — Murmura en tono divertido, plantando un beso sobre mis labios. Suelto un gruñido, alejándome de él con rapidez y lanzarle una mirada enojada.

—¿Es una manera sutil de decir que estoy gorda? —Taylor se encoge de hombros, recostándose conmigo aun sobre su regazo, sus manos de posan sobre mi trasero, acomodándome sobre él, pongo los ojos en blanco y tiro del dobladillo de la camisa que me había puesto, cubriendo mi desnudez de los ojos de Taylor.

Una de los brazos de Taylor termina bajo su cabeza, haciendo de almohada, sus ojos no tardan en pasearse por mi cuerpo, y realmente siento vergüenza.

—No estás gorda, By. —Dice, al cabo de unos minutos—. Y tampoco estás delgada. Te amo, y no creo que eso cambie nunca. — Taylor se levanta un poco, observándome con intensidad y quitando la camisa que cubría mi cuerpo con rapidez.

Nuestros pechos se presionan y sus labios buscan los míos con rapidez, respondo el beso sin perder el tiempo y en poco tiempo somos una masa temblorosa de jadeos, la frente de Taylor se presiona contra la mía y sus ojos taladran los míos con fuerza.

—Taylor... —Murmuro, sintiendo como ambas de sus manos acunan mis pechos, apretándolos con suavidad.

—Eres mía, nena. —Sus labios nuevamente se presionan contra los míos y en medio de un parpadeo se aleja, haciéndome abrir los ojos con rapidez. Uno de sus brazos mantiene su torso alejado del colchón mientras la otra hace su camino y se posa sobre mi vientre, que por el momento se encontraba completamente plano.

—Aun no es seguro. —Hablo, no dándole tantas esperanzas, aunque muy en el fondo ambos lo sabíamos, ambos estábamos completamente seguros de que estaba embarazada.

—Ambos sabemos que es muy seguro. —El sonríe, haciéndome poner los ojos en blanco. Taylor suelta una risa ronca, tirando de mi mano y obligándome a recostarme sobre él.

Mi vista se posa sobre la luz del día que empieza a filtrarse por la ventana de la habitación y una sonrisa tira de mis labios cuando la mano del pelirrojo bajo mi cuerpo acaricia mi espalda con cariño.

Green Eyes © |SIN EDITAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora