CAPITULO XI: CLOSE TO LOSE

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—¿Roseanne? — la tailandesa pregunto por segunda vez después de tocar repetidas veces la puerta de la oficina de la rubia — ¿Estás ahí?

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—¿Roseanne? — la tailandesa pregunto por segunda vez después de tocar repetidas veces la puerta de la oficina de la rubia — ¿Estás ahí?

—¿Quién es? — abrió los ojos aturdida, levantando su cuerpo del incomodo sillón.

—Lalisa — la rubia buscó con rapidez su celular móvil para ver la hora.

—Dios... — susurró para ella misma — Espera un minuto — habló para poder ser escuchada lo suficiente del otro lado de la puerta.

Comenzó a recoger sus cosas y meterlas dentro de la maleta, colocándola en la esquina de la oficina. Recogió su cabello enredado una coleta desordenada, limpió su rostro con sus manos y se colocó su par de botines negros.

Abrió la puerta, mirando a la pelinegra parada del otro lado, con un semblante curioso en su rostro.

—Lalisa—mostró una sonrisa falsa—¿Qué te trae por aquí?—recargó su cuerpo en el marco de la puerta.

—Si no lo recuerdas, trabajamos juntas. No quiero problemas con Soo-Ah, así que es mejor que dejemos de lado cualquier diferencia entre nosotras.—La rubia asintió.

—Claro, ¿te veo en tu oficina en diez?—sus manos comenzaron a sudar por nervios.

—Ya estoy aquí, para que perder tiempo yendo a mi oficina. Solo déjame pasar y... —la rubia detuvo el camino de la menor, casi empujándola en su pecho.

—¡No! — gritó rápidamente, ganándose una mirada confundida de la otra mujer—Es que... no he limpiado en meses—hizo expresiones exageradas—No puedo dejar que pases en esas condiciones.

—Estuve aquí hace como dos días. No está desordenada, además eso no me importa. No soy critica de limpieza, solo vengo a trabajar — la rubia buscó desesperada por otra excusa — ¿Roseanne, estas bien?

—Por supuesto, ¿Qué podría tener?—rio sin humor.

La pelinegra se abrió paso al interior de la oficina de la rubia, entrando del todo en esta.

—No, Lalisa...

—¿Pasaste la noche aquí? — cuestionó desorientada, mirando a la pequeña manta en el sillón desordenado — Roseanne...

—¡Bien! ¡Si, lo hice! ¿Cuál es el problema? — habló en defensiva.

—¿Por qué? — ignoró los comentarios de la mayor — ¿Desde cuándo?

—Solo ayer. Y fue porque... — dudó en decir las razones reales. Al final no era algo que le importara, ¿o sí? — Mi relación con Joy finalizó, y ella simplemente me echó del departamento—suspiró pesado. La tailandesa tenía una expresión demasiado cómica a los ojos de la rubia; confusión, sorpresa, incluso terror o burla.

—O-Oh... eso es inesperado, creo...—frunció el ceño.

—No quiero hablar de eso, mejor evítalo, ¿si?. — Lisa asintió — Te alcanzo en diez minutos en tu oficina, por favor. Necesito hacer un par de cosas.

AFTER THE GOLD RUSH | CHAELISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora