Creo que fue en septiembre de ese mismo año en que enterramos a la abuela, que comencé a sospechar de mi padre.
Él era un hombre tan inspirador.
Hasta que comenzó a coleccionar todos esos... extraños hábitos.
Nadie que le hubiese conocido antes de los fatídicos sucesos que lo llevaron a su muerte, habría pensado que su vida terminaría así.
Todavía a veces, cuando lo recuerdo, siento que puedo mirarlo como en esas épocas, con su barba oscura siempre prolija, su típica chaqueta de aviador y esa sonrisa que insinuaba que estabas frente a un ganador.
Por supuesto, el mayor de los William, no se parecía al menor de esta larga herencia. Chérie y mi padre nunca lograron congeniar, pero por alguna razón ama usar su chaqueta cuando va a funerales y esas diferencias irreconciliables, terminaron de acentuarse por completo los días previos a su muerte.
Qué desastre.
Mis ojos llegan a parar justo a mi hermano y sus bellos bucles colorines.
Él por otro lado, me observa inundado de una inusual apatía y me trae a la angustia de esta realidad.
Hace dos días una amiga murió, y no me siento capaz de explicar lo horrible que fue.
—¿Todo bien? —me pregunta Chérie y me extiende una copa de sidra de manzana.
No respondo y bebo.
Él tampoco quiere respuestas.
Mi hermano se sienta a mi lado y libera una expresión quejosa y un suspiro.
—¿Qué vamos a hacer, Anne?
Poso mi mirada en el interior de la capilla, pronto se inundará de canciones que retumbaran guturales por todas sus paredes, pero ahora, sólo la habita un silencio santo y aquel féretro donde duerme mi amiga para siempre.
De pronto, las palabras de Ruthven que sonaron a tan poco, vuelven a tomar sentido, pero sólo por un momento.
Según el diario local, y fuente principal de todos los rumores que aquejan este pueblo: el Whateley Daily, dice que esto parece la obra de un asesinato violento y pasional.
Y aunque quisiera poder culpar al demonio de todo lo malo que pasa en mi pueblo, no puedo descartar que algo esté ocultándose. Temo que mi terror a los eventos paranormales que aquejan mi vida, me estén cegando de algo diferente.
—Esto fue tan extraño...—musito y mi hermano me ve con una expresión de odio feroz, pero no puedo silenciar mis sospechas.
Sigo mirando a mi hermano, con esa cuota de duda que me inunda.
—¿No crees qué?
—Cállate, Anne —suplica, y la tristeza inunda sus facciones—. Deja de ser una imbécil y cállate por una vez en tu vida.
Un dolor que desconozco gravita por la atmosfera del lugar.
—La madre de Carla necesita compañía ¿Creen poder con eso?
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Maldito
ParanormalAnne Sheridan tiene un novio infernal ¡Sí, es el demonio! Y si sólo fuera eso, quizás sería más fácil, pero es además un idiota, que se sabe increíblemente tentador desde la primera mirada.