13.Salir del infierno

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La asamblea en honor a la memoria de nuestra compañera muerta está atiborrada de gentes. Los estudiantes de nuestro colegio, no se han hecho—en su gran mayoría—llamar dos veces para rendir sus condolencias a la familia y recordar las más increíbles y grandes proezas, dentro de lo poco que puede exhibir una adolescente.

Lo que es en mi caso personal, no tenía una relación estrecha con la chica, salvo por una vez que me dio un tampón en el camerino, si es que eso puede calificarse como cercano, pero igual me causa una gran lástima ver a Kelly Madigan sufrir tanto.

La gente no debería morir tan joven y mucho menos de esas maneras.

Según lo que la prensa señala en sus largos y tendidos escritos, es que Mar Domínguez fue asesinada en las horas en que transcurría la fogata, posiblemente en su camino de regreso a casa. Al parecer, por alguna razón las personas con las que se iría, incluyendo a Kelly, no pudieron acompañarla. Por tanto, terminó yéndose sola, para nunca volver.

Algunas personas aventuran que quien la asesinó debe haber sido un conocido, ya que no muestra ninguna marca de forcejeo, pero sí algunas cortaduras que parecen ser las culpables de su rápida muerte.

Sólo dos cosas puedo concluir de ello, que los amigos de Mar Domínguez apestan a miseria humana y que debo investigar si todo esto, dice relación con el ser maligno que vive en mi casa.

—Qué desastre —escucho lamentarse a mi lado a Joshua y me sonríe como si nada de lo ocurrido en la playa hubiese pasado.

—Es todo muy triste —me apresuro en corresponder.

Quiero distanciarme, pero la gente está toda tan cercana entre sí, que la sola idea parece casi imposible.

De todas maneras, y como si Joshua leyera mi mente, lo veo dar un paso atrás sin vergüenza de estrellarse con otro compañero, para luego despedirse con su mano que ahora, tiene herida.

—Siempre es bonito verte, Anne.

—Joshua...—digo deteniéndolo, sin saber cómo continuar la conversación, la verdad yo sólo no paro de pensar en que tiene un vendaje en su mano—. ¿Estás bien?

Él mira su mano y asiente.

—Sí, no es nada grave, tuve un pequeño accidente en el taller de mi papá.

—Ah...

Me siento culpable de pensar que eso puede haberle pasado por mi cercanía con su persona.

—Pero podré volver a jugar ya la próxima semana —dice Joshua como si quisiera generarme alivio.

Quizás ha leído mi expresión con más precisión de lo que esperaba.

—¡Qué bien! —celebro aliviada, aunque melancólica.

Creo que, si estuviésemos sin el demonio, las cosas serian diferentes entre nosotros, pero como no lo estamos, la siempre oportuna Maider me saca del juego envolviéndome con su brazo y diciendo:

—¿Todo bien?

Sólo eso basta para darme a entender que está queriendo sacarme de un aprieto.

—Sí, todo bien —digo y Joshua sonríe.

—¿Cómo estás, Joshua?

—Aquí...—responde él, mucho más tímido.

—Oye, campeón, ¿te molesto si te robo a mi amiga? —dice Maider y sin otro particular, me saca de la asamblea y más seria pregunta—. Anne, ¿has visto a Chérie y Ruthven? Kelly Madigan quiere que todos los deportistas canten el himno en la despedida de su amiga y no logramos encontrarlos.

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