21.Primer amor

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Me doy la vuelta y allí está él. La vaga luz de la habitación con dificultad me deja verlo, pero apenas descubro el mínimo amago de que me observa con atención, mi cuerpo se paraliza sin saber bien qué debo hacer.

En un último esfuerzo mental, atino a esconder el anillo entre mis manos.

Ruthven sólo se acerca con un andar suave como película muda, y se sienta en la cama.

Es allí cuando descubro que su mirada no es compasiva.

—¿Has visto a mi hermano? —digo y dibujo una amplia y juguetona sonrisa.

—¿Ya descubriste la verdad? —pregunta.

Me temo que sí, pero no digo nada. ¿Qué pasaría si digo la verdad? ¿El demonio sólo se iría?

Me distraigo. El bolsillo de la chaqueta de Ruthven, despide una suave frase que logro reconocer como una canción de Alison Days.

Es una de sus canciones más cripticas y extrañas, en ella habla de frentes pálidas que se estremecen en sudor y fatigas, pero no se detiene allí y su tono es forzado como si se tratara de una lista de compras. Lo más extraño es que habla de amor. Algunos fanáticos dicen que se trata de como Alison deja en evidencia de que odia lo que no es alocado en un romance, aunque otros dicen que es todo lo contrario, pero yo no logro entenderlo.

Es como si esa canción no hubiese sido compuesta para mí, pero tampoco lo sé. Al fin y al cabo, yo nunca he besado a alguien y esta canción es mucho más que sólo un beso, a veces, su ritmo es tan sensual que me asusta.

—Anne, ¿Quieres hablar de lo de anoche?

Niego con la cabeza y ataco.

—¿Obligaste a mi hermano a matar a Carla? ¿Acaso tanto nos odias? —pregunto.

Ruthven, esboza una mirada confundida, pero tomando otra postura, la sustituye rápido por otra levemente encolerizada. Luce bien incluso con poca luz.

—No—responde y carraspea aclarándose la garganta—. Yo no hago las cosas así.

—Entonces, ¿por qué?

—¿Ya descubriste la verdad? —insiste en preguntar, pero esta vez, se escucha más enojado.

—¿Qué eres un asesino?

Echo una mirada soberbia por encima de su hombro, en cambio, él se abalanza raudo sobre mí, y con su mano firme me agarra la muñeca, haciendo que nuestros cuerpos choquen.

—De acuerdo, esto no te pertenece —dice arrancando el anillo de entre mis dedos.

—Me haces doler —me quejo, y froto mi muñeca, aunque no sea cierto y Ruthven se apresura a mirarme alarmado.

—Lo siento —murmura.

Tengo una terrible tentación de aferrarme al odio, pero mi boca permanece atrapada en lo que late mi corazón desbocado.

—¿Soy libre ahora? —pregunto desafiante, pero Ruthven sólo carcajea irónico, mientras sus ojos observan su botín.

—No estás ni cerca.

Quiero seguir indagando, pero mi celular vibra y aprovechando mi distracción, el demonio vuelve a poner el anillo en su lugar.

—Es Joshua, de seguro quiere saber qué ha ocurrido con la visita del detective —aclaro sin que nadie me lo pida.

Me descubro por un instante, deseando ver a Ruthven reaccionar, aunque no recibo nada. Pareciera concentrado en otra cosa.

Él sólo me lanza su chaqueta de cuero con la música de Alison Days todavía sonando y dice firme.

MalditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora