35. Idiota demasiado guapo

91 11 0
                                    

La historia de las últimas semanas es más o menos así: Mi hermano está enamorado de Maider, pero salió un tiempo con Carla, por lo que nuestro amigo Nito le guardaba un gran rencor, lo que lo hacía comportarse como un idiota y después se fue. 

El demonio en cambio, sólo llegó a casa a ser él, pero le cayó bien mí hermano, así que empatizó con su causa y por eso, esta mañana, la tumba de Carla es un falso ritual ocultista, y un real endulzamiento en nombre de mi hermano, y su amor por ella.

Todo el pueblo es un hervidero de chismes, pero la tríada de criminales ocultistas perfectos que somos el demonio, Chérie y yo permaneció con una sonrisa apacible durante el desayuno.

Finalmente, buena parte de las dudas parecen haberse disipado. Mi hermano no es un asesino, el demonio sigue siendo un idiota demasiado guapo y los Sheridan seguimos ocultando la entrada más cercana al infierno, en nuestro lujoso hogar. 

Podríamos decir, que estuvo todo muy bien para mí.

Pensé por un breve momento que, en cuanto mi hermano tomara conocimiento de nuestro quehacer nocturno, diría algo desagradable, pero no fue así.

Chérie por la mañana, sólo se remitió a plantarme un beso en la nuca.

—Divina —musitó, y me trajo a clases. Lo cual habría sido perfecto, sino hubiese sido porque Joshua Miller se me acercó en su silla de ruedas hace unos segundos, y con mirada grave me ha dicho:

—Anne, ¿podemos hablar? —Y cuando he asentido para alejarme, me ha soltado enojado—. Dime, ¿qué hiciste?

—Nada, ¿qué te hace pensar que he hecho algo? —dije, pero se hizo obvio que mentía.

Eso, y que pese, a su nueva condición, sigue siendo un sexy símbolo playero con un cerebro digno de un cliché detectivesco.

—¿Dónde está el celular que te entregué?

Como un acto reflejo, metí ambas manos en los bolsillos de la chaqueta del equipo de porristas, pero no lo encontré. No sabía dónde estaba, ni cuándo fue la última vez que lo vi.

Joshua chasqueó la lengua ante mi duda.

—Mierda, Anne —dijo y comenzó a girar su silla con dirección rápida a la salida del colegio.

De pronto, se detuvo, me miró, y apuntó como si le debiese algo.

—Nueve de la noche, tú y yo, vamos a arreglar esto.

—Joshua, ¿qué cosa? —pregunté. Me sentí de pronto, angustiada, enojada y confundida, así que corrí a pedir más explicaciones.

—El celular que encontró la policía hoy por la mañana —chistó.

Y es así, como me encuentro ahora, acorralando al demonio contra los casilleros

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Y es así, como me encuentro ahora, acorralando al demonio contra los casilleros.

—¿Es en serio?

El demonio no hace nada más que dibujar una mueca de irreverente osadía, y entorna la mirada a la par que cierra su casillero.

—¿Qué hice esta vez?

—¡¿Qué hiciste?! ¿Es en serio? —Sigo por los pasillos a Ruthven, mientras trato de zafarme con ligereza del avance de los demás estudiantes—. Hablé con Joshua...

Ruthven sonríe y se encoge de hombros.

—Ah, eso...

—¿Eso?

—No me arrepiento. Lo tomo como un extra. ¡Al final, todos ganamos! —celebra Ruthven tan jovial como descarado.

Contengo mi deseo de aventarle por los aires lo primero que encuentre.

—¡Tú! ¡Demonio!

—Oye, tú pediste que alterara la escena y yo cumplí tu deseo —Me recuerda arrastrando las últimas sílabas de su frase, mientras pone un dedo sobre mi ceño fruncido.

Su sonrisa ganadora, me recuerda que tiene razón. Otra vez he cometido el error de involucrar al demonio en mis deseos, como si no supiera que él sólo sabe actuar mal.

Una mirada perversa se deja ver en sus ojos grises, es como si nuestras vidas fueran un juego de miserables hormigas.

Me arrepiento de haber creído que había algo bueno en él, o siquiera sentimientos.

—No así —Me quejo y cruzo los brazos haciendo más claro mi enojo, pero ya sin fuerzas.

—Nunca es como tú quieres, Anne Sheridan —dice el demonio, en lo que no sé interpretar como un canto de victoria o un ataque repleto de sadismo, quizás es ambos, y vuelvo a dudar sobre con qué clase de monstruo estoy tratando.

Fui tonta de creerme en un lugar seguro.

Es cuando estoy por dejarme caer en la angustia que, Maider se nos acerca e interrumpe mi confusión.

—No tengo mucho tiempo, así que les explico más tarde —dice y nos entrega unas cajitas selladas—, pero deben estar a las 8:30 en la casa Badger.

—¿Mi casa de campo? —pregunto, pero Maider no responde, sólo añade nuevas dudas a nuestro encuentro.

Mi mente se atormenta cuando pienso que debo juntarme con Joshua a arreglar este entuerto también, pero Maider no tarda en recordármelo.

—¿No creen que Joshua luce un poco extraño hoy?

—Siempre —celebra el demonio, mientras yo guardo un culposo y cómplice silencio.

—Qué bien, porque también lo he invitado —finaliza.

—Qué bien, porque también lo he invitado —finaliza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
MalditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora