18.Todo mal

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—¡Anne! —grita Maider saliendo muy segura de sí, desde el interior del colegio—¿Cómo estás? Le pregunté a Will, pero estaba tan preocupada.

—Estoy bien —respondo con la elegancia y el recato que pondría orgullosos a mis abuelos.

Trato de iniciar una conversación más extensa con mi amiga, pero la chatarra de camioneta de Joshua chirrea, y se agita a nuestro lado como si fuese a vomitar humo a primera hora de la mañana.

Ruthven y Chérie intercambian una mirada grosera y burlona. Es demasiado cruel para mi gusto.

La ventanilla del auto de Joshua no tarda en bajar y saludar.

—Qué bueno verte, Anne.

—También Joshua.

—Tú motor se está quemando —comenta mi hermano con un dejo de superioridad y Joshua se gira para ver la estela de humo que ha venido dejando.

Se baja y revisa el motor.

—Estúpida camioneta —se queja irritado.

—Quizás le falta agua —intervengo, también mirando el interior del motor, a lo que parecen sólo cosas incomprensibles.

No me gustan los autos, a menos que sean caros.

—Es una gran camioneta, Joshua ¿A cuánto la vendes? —pregunta Maider, también espiando —. Obvio, te pediría un descuento porque está del asco y tendría que hacer mucho...

—¿Te gustan las camionetas? —Joshua se limpia una mancha de grasa en la mejilla y ríe, mientras continúa moviendo las tapas y cables que hay adentro—. No creo que la deje en venta jamás, esta camioneta es como un puzzle.

—Sí, Maider, a Joshua le gustan las cosas así —aclaro y Joshua me apunta con el dedo índice hecho una pistola como si lo hubiese captado todo.

Su reacción me agrada.

—Anne, me voy, hoy tendremos entrenamiento, así que saltaremos clases —interrumpe Chérie.

—Yo también me voy —se despide Ruthven, no sin antes dirigirle una última mirada amenazante a Joshua—. ¿Estarás bien?

—Sí, vete, estaré bien —digo, y sin más Chérie, empieza a tomar distancia y arrastra a Ruthven contra su voluntad hacia el gimnasio.

—Pero nos iremos juntos, ¿cierto? —pregunto casi como un grito.

Ambos asienten y yo sonrío, mientras veo la siempre etérea silueta de Ruthven alejarse de mí.

—Anne, cierra la boca —dice Maider burlona, mientras le echa una mirada a la espalda de los chicos y añade distraída —. Will tiene el cabello más largo, le queda bien.

—Sí, supongo.

—Oye, ¿Has leído las noticias esta mañana?

Miro a Maider con confusión, pero ante mi silencio ella presume una negativa y me dice:

—Sólo no lo hagas, como amiga te digo que no lo hagas. No creo que sea buena idea.

Supongo, debe ser alguna cosa con respecto a Carla, así que agradezco la advertencia.

De todas las personas del mundo, Maider es una en las que más confío, así que asiento y obedezco casi sin dudar.

—Anne —escucho decir a Joshua todavía mirando su camioneta—. ¿Te puedo pedir ayuda con algo?

—Claro —respondo y me aventuro a ayudar, en lo que creo serán cuestiones mecánicas.

Pero Joshua se apresura a cerrar la cajuela de adelante y lo veo trajinar dentro de la cabina. Parece estar revisando algunos papeles.

MalditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora