•|Capítulo 13|•

23 3 0
                                        

Me sentía observada...como si estuviese entreteniendo a las personas que me están viendo a través de las cámaras, y de vez en cuando preguntaban como estaba, gracias a unos pequeños altavoces que se encontraban al lado de cada cámara. Sentada en la cama abrazando mis rodillas, intentando sentirme protegida, aunque yo fuese la persona más peligrosa en este lugar, para mí misma.

No sabía el tiempo que llevaba aquí dentro, escasos treinta minutos...una hora...dos...tres..., pero sentía que para mí, era una eternidad. No tenía nada más que la cama en la que estaba sentada, un escritorio sin más y una silla con las esquinas redondeadas para no poder hacerme ningún tipo de daño. Las paredes acolchadas te hacían creer que estabas en el interior de una nube esponjosa, seguramente lo único que pudiera gustarme si pudiera gustarme algo.

Suspiré intentando calmar mi respiración, solo va a ser un día, un día terrible. Me levanté por primera vez de la cama, sentí mis piernas bailar como un flan, jugaba con mis manos mientras miraba intentando buscar alguna forma de salir, nunca había estado tan encerrada como ahora, me agobiaba mucho tan solo pensar que no saldría de aquí hasta mañana. El aire empezó a faltarme, pero intenté disimularlo para que no se notará en la cámaras, toda la situación me estaba sobrepasando demasiado. Toqué las paredes acolchadas, apretándolas, coloqué mi cabeza contra esta, cerrando mis ojos, golpeé sin fuerza las pequeñas colinas rellenas de algodón que recubrían los muros de aquella habitación tan angustiosa. Pasé mis manos por mi cara alejandome de esta, caminando hacía atrás, no permitiría que las lágrimas salieran de nuevo, no otra vez.

Me senté, pero esta vez en la silla del escritorio, paseaba mis dedos por la madera pintada de blanco, como si tratará rallarla, aunque no fuera mi intención. Estaban poniendo mi mente al límite, ya era suficiente, notaba como estallaría en cualquier momento, todo me estaba abrumando, asfixiando. Todos los recuerdos del pasado, paseaban para entretenerme del aburrimiento de no poder hacer nada, solo pegarme contra una pared acolchada, podría probar a dormirme de pie, a lo mejor es más cómodo que el colchón que parecía hecho de piedra...creo que estoy empezando a delirar.

Me volví a levantar, esta vez dirigiendome a la puerta, giré el pomo, cerrado, como suponía. Me asomé por la ventana que tenía esta, y tampoco podía ver nada interesante, el cristal se estaba empañando de vaho, además era de las últimas habitaciones, ¿Quién se iba a acercar allí?, hasta que un nombre cruzó mi mente. Me apoyé de espaldas a la puerta y abracé mis piernas, pensando en Minho, esa cara de sorpresa y preocupación al mismo tiempo, no había sabido nada de él, tampoco tenía buena cara, se le veía con ojeras. Apoyé mi cabeza en mis brazos, y deje que mi mente hiciera lo que quisiera, sucedería tarde o temprano, tratar de retener cada emoción negativa me agotaba aún más.

Toda persona tiene momentos malos, como cuando te deja tu pareja o te despiden del trabajo, tarde o temprano sabes que los solucionaras. Pero cuando un niño es abandonado en el orfanato y se da cuenta de que no va ha volver a ver a las personas que le han dado la vida, no es sólo un momento, cuando ese niño se da cuenta de que no es igual a los demás, cuando es frágil cual cristal, cuando no tiene escapatoria de aquél infierno creado por los demás, buscas desesperadamente una salida y no la hay. Todo se acumula como cuando echas una bebida en un vaso, te distraes y se desborda, así se podría describir cada momento de la vida, ese vaso puede ser rellenado con recuerdos felices y tristes, se complementan entre ellos, algunas veces nosotros debemos beber de ese vaso desbordado para reducir la cantidad de bebida que hemos echado, después de limpiar la superficie en la que está reposado este, en cambio, yo no soy así, soy un vaso roto, nunca llega a llenarse, porque simplemente no lo necesita, no necesitas ese vaso y lo tiras. Cada día intentando lo mismo, viviendo lo mismo, encerrada ahora más que nunca, preguntándome que estarán pensando los que en estos momentos están viendo como una chica está sentada apoyada en la puerta, llorando como una niña que se le ha roto su juguete, seguramente que simplemente estoy loca y que esto es por mí bien, decidiendo sin tener en cuenta nada que yo diga, solo teniendo en cuenta la opinión de unos padres que me eligieron como cuando vas a la carnicería a comprar la carne para la cena de Navidad y quieres quedar bien con los demás. Ciertamente no fueron malos conmigo, pero tampoco les importé tanto, me cuidaban pero no se preocuparon por atender mis sentimientos y cuando todo se complicó, me metieron en este sitio.

•| Crazy For You |•| Lee MinhoWhere stories live. Discover now