Capítulo LXX. (El lago)

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Capítulo LXX. (El lago)

POV Adrián

¿En qué piensas? ¿Todavía te sientes culpable? —preguntó y levanté la cabeza de su pecho para mirarlo.

—No estoy seguro. No sé cómo me siento ¿Crees que me estoy volviendo loco? —Lo pensó durante un momento.

—Es una posibilidad.

—¿Te importa tener un novio loco?

—No realmente. —dijo con una sonrisa.

—Entonces está bien. —suspiré y volví a acomodarme sobre su pecho.

—Es imposible vivir aquí sin terminar de esa forma, pero yo nunca quise eso para ti. No hice un buen trabajo cuidándote de la zona roja. Aunque debo admitir que durante estos meses me has sorprendido una enorme cantidad de veces. Eres una persona fuerte. —apreté los labios y lo miré en mi posición.

—¿Crees que lo estoy haciendo bien? —le pregunté.

Bastante bien. La verdad es que no sé si eres demasiado bueno o un idiota con suerte, de cualquier forma, me siento tranquilo por eso. Yo no puedo hacer lo que tú haces, y es que no tengo la capacidad mental necesaria para hacerme cargo de las situaciones que te llevan al límite, pero tú sabes hacerlo muy bien.

—No sé qué decir. Me siento feliz y al mismo tiempo demasiado confundido.

—Sé que te sientes confundido, y por eso te estoy diciendo todo esto. Adrián, necesito que dejes de torturarte, haces lo suficiente y sigues vivo, eso es admirable. Eres solo un ser humano, no quiero que lo olvides. Esto es nuestro mundo, es nuestra vida, pero no es todo lo que podemos conseguir. —sonreí y me senté sobre la cama.

—Entonces ¿Nuestros planes siguen siendo los mismos? —le pregunté.

—Por supuesto. No soy el mejor novio del mundo, o el más atento. Pero estoy seguro de que sabes lo que siento por ti y lo mucho que me importas. Eres la única persona con la que me siento así. Lo que intento decirte con todo esto es, por favor no te mueras, no me gustaría tener que llorar tu muerte.

—No me pasara nada malo. No sé por qué, pero tengo la confianza de que así será. —le dije y lo besé antes de levantarme de la cama.

—Me gusta verte tan seguro, a pesar de que eres un desastre ahora mismo.

—Supongo que es otra de mis grandes habilidades. —estiré los brazos sobre mi cabeza y tomé el arma que estaba sobre la mesa para ponerla en mi cintura.

—Me siento más tranquilo al saber que estas bien, eso es lo único que quiero, pero me preocupa que todavía no hayas dormido nada. Eso no es saludable.

—Cada vez que cierro los ojos... es difícil. No te preocupes por mí, estoy vivo y eso es todo lo que importa, puedo cumplir con mi trabajo y cuidarme la espalda. Estoy seguro de que dormiré cuando mi cuerpo se dé por vencido. —le dije y suspiró.

—Creo que hay café afuera, vamos a salir. —asentí.

Me senté en el sofá de la sala para esperar a S, mientras que él entraba a la cocina para buscar el café. Daniel se sentó a mi lado y puso la mano sobre mi cabeza, como si fuera un niño pequeño que necesitará ser confortado.

—¿Cómo te sientes? —me preguntó.

—No me siento distinto a como me sentía aquel día, pero lo estoy sobrellevando. El otro día asuste a mi psicólogo y me receto unas pastillas que me mantienen relajado. El hombre me escribe todos los días para saber cómo me siento.

Marioneta de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora