Capítulo LXXXVIII. (Declaraciones)

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Capítulo LXXXVIII. (Declaraciones)

POV Adrián

Caminé con lentitud a pesar de la opresión en mi pecho y la necesidad de salir corriendo de ese lugar tan rápido como fuera posible, ya que la sensación que tenía no era distinta a la de dirigirme al corredor de la muerte. El aire era frío y las luces del techo daban una advertencia de desgaste cada tres segundos. No era mi lugar favorito, pero sabía que era un mal necesario tener que visitar ese lugar, estaba dispuesto a enfrentar el momento de incomodidad si podía llevarme a encontrar alguna respuesta de todas las preguntas que me estaban dando vueltas en la cabeza desde la noche anterior.

Cada uno de mis pasos por el piso de piedra resonó por el pasillo que estaba cruzando en dirección a las celdas. Sabía que para ellos era la advertencia de un intruso, y durante un momento me sentí como si estuviera invadiendo el hábitat de lobos hambrientos. Yo era un intruso que estaba pisando su territorio, no era más que eso.

No podía identificar la energía exacta de ese lugar, y aunque era la segunda vez que visitaba la sede, me sentí como si fuera la primera vez, como un inexperto; en realidad, el sentimiento se acercaba bastante al que tuve cuando entré por primera vez a la Zona Roja. Era una mezcla entre emoción e incomodidad en la boca del estómago.

Y a pesar de que no estaba solo, mientras más me acercaba a la meta, comencé a sentir como si me faltara el aire, y puse una mano sobre mi pecho en un intento de contener lo que fuera posible para poder llegar hasta la recepcionista, y dejarlo salir.

—Buenos días, mi nombre es Adrián Castillo, vengo a ver a mi abuelo, su nombre es el mismo que el mío, Adrián Castillo —le indiqué a la mujer que estaba del otro lado de la reja, y ella comenzó a revisar una lista.

—¿Te sientes bien? Te estás comportando extraño —me dijo M.

—Sí, solo estoy nervioso por volver a verlo.

—¿Por qué? ¿No es una persona agradable?

—No sabría decir si es o no agradable... Él tiene un sentido del humor bastante único.

—Todo va a salir bien, esperemos que está visita no sea en vano y que podamos obtener algunas respuestas, todo va a salir bien —asentí, intentando creer en sus palabras.

—Ya pueden pasar a la cabina, él saldrá en un momento —nos avisó la mujer, y después de que nos entregó un carnet con la identificación de "visita" nos dejó pasar.

Cuando pasamos a la cabina me senté al frente, y M se quedó atrás de mí con los brazos sobre su pecho, completamente inmutable. En ese momento lo envidie, pues yo también quería tener la misma fuerza mental para no verme afectado por todos los problemas y las situaciones que son difíciles de controlar, pero sé que es imposible. Nunca vamos a poder ser iguales, sin importar que tanto lo intente.

Suspiré y comencé a pellizcar la tela de mi pantalón, buscando desestresarme de esa forma mientras que el hombre aparecía del otro lado. La verdad no me sentía preparado para enfrentarlo de nuevo, pero no tenía otra opción, sabía que era una posible fuente de información. Necesitaba saber todo lo que pudiera llevarme a alguna de las respuestas de las incógnitas que tenía en ese momento.

Mi cuerpo se tensó cuando por fin la presencia ajena apareció del otro lado, y él estaba tan tranquilo como la última vez que lo ví. Entró con un guardia que lo hizo sentarse de manera brusca en la silla, justo enfrente de mí. Y a pesar del vidrio que nos separaba, pude escucharlo reír.

—Adrián, todo va a salir bien —me susurró M, y me guiño un ojo, así que sonreí.

—No esperaba tu visita, pero siempre es un placer ver a mi nieto, y cada día te pareces más a mí —comentó mi abuelo y suspiré.

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