Capítulo III. (Red K)

5.1K 562 179
                                    

Capítulo III. (Red K)

POV Adrián

No soy una persona que se deje llevar por sus impulsos; y creo que eso quedó más que claro. Así que cuando se acercó, por instinto mi cuerpo retrocedió varios pasos, para que la distancia entre nosotros siguiera teniendo sus límites y fuera más evidente el hecho de que no quería tener contacto con él; sin embargo, mi instinto de supervivencia estaba luchando con una ansiedad provocada por la misma razón, que me llevó a querer saber todas sus razones.

Es el mismo hombre peligroso del que mi amigo me advirtió solo un poco antes, y aunque intenté cortar el contacto visual entre los dos, no pude hacerlo. Así como tampoco pude irme corriendo o alejarme por completo. Una parte de mí (al parecer la poco prudente) quería saber que pasaría a continuación. Y así estuve, completamente sumergido en mi mundo de ideas y pensamientos poco razonables, hasta que su voz me sacó de la ensoñación y por primera vez me fijé bien en su apariencia física.

Tiene piel blanca y bastante clara; rasgos fuertes, una nariz recta y una mandíbula firme; cabello negro, corto y espeso; cejas negras no muy gruesas o delgadas; ojos grises tan claros que bien podrías jurar que son de color blanco; además de un cuerpo bien trabajado lleno de una impresionante cantidad de tatuajes y perforaciones. En ese instante deje de escuchar la música, deje de ver humo y a las personas, solo quedamos nosotros. Todo lo demás pasó a segundo plano.

— ¿Tienes miedo? —me preguntó.

—No —respondí sin dudar un solo instante. Y es la verdad, no tengo miedo, al menos no por ahora.

— ¿De verdad? —sonrió como si mi respuesta le hubiera parecido divertida, y supuse que ese realmente era el caso.

—De verdad —confirmé y trague saliva.

— ¿Puedo saber tu nombre? Chico que no me tiene miedo.

—Se supone que no debo decirle nunca mi nombre a los desconocidos.

—Entonces, ¿vas a hacerme pensar toda la noche en cómo te llamas? No podré dormir por tu culpa.

—Lamento ser la causa de que no puedas dormir esta noche.

—Vaya —susurró, sin dejar la nota divertida en su voz.

—Tengo que irme, me están esperando —dije, y aunque eso es cierto, no podría importarme menos. Pero necesito una excusa para poder apartarme, para no seguir su juego, para que mi ansiedad no se haga mucho más fuerte.

—No te vayas.

— ¿Por qué?

—Puedes quedarte un rato conmigo, chico que no me tiene miedo, no te voy a hacer nada malo. Además, soy un hombre bastante entretenido.

—Ni que estuviera loco. Gracias, tengo que rechazar tu propuesta.

—No me hagas suplicarte.

—No es buena idea, mis amigos me deben estar buscando como locos ahora mismo y si me ven contigo entonces... —me callé de inmediato, porque supe que de alguna forma revele que ya sabía quién era él.

—Tus niñeros no van a extrañarte por un par de minutos.

—No estoy seguro.

—Vamos —ordenó, y sin permiso tomó mi mano para llevarme con él.

Al principio se me pasó por la cabeza reclamar o discutirle, pero luego mi lado prudente me dijo que era mejor ser obediente y cerrar la boca, porque estaba con una persona peligrosa. Y admito que una parte de mí estaba realmente curiosa por lo que pasaría, lo que me diría o qué tan grande era el límite que debía poner entre nosotros.

Marioneta de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora