Capítulo LX. (Reunión social)

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Capítulo LX. (Reunión social)

POV Adrián

—Lo lamento Oliver, llego tarde. —le dije sentándome frente a él en la mesa del restaurante que había elegido para nosotros.

—No te preocupes, acabo de llegar también. —me sonrió.

—De todos modos... no quería dejarte esperando. También tengo el resto del día comprometido.

—Entonces supongo que tenemos que ser puntuales. —su tono de voz cambió un poco. Lo mire atento.

—De hecho tengo un tiempo libre antes de ocuparme, así que por el momento puedes relajarte, vamos a comer. —tomé uno de los menú que estaba sobre la mesa y comencé a leerlo de manera muy superficial.

— ¿Todo va bien en tu vida? —preguntó casi en un susurró. Baje el menú para mirarlo.

—Todo está muy bien, estoy ocupado y lleno de trabajo, pero no es nada con lo que no pueda lidiar ¿Y tú cómo te sientes?

—Me siento extraño estos días. Todo está bien, pero no me siento bien ¿Me entiendes? Intento poner el mejor ánimo en mi trabajo y cumplir como lo vine haciendo hasta ahora, pero no puedo. —dijo mirando un punto fijo sobre la mesa.

—Parece que solo estás desmotivado. También me siento así de vez en cuando, no te preocupes demasiado, pasará eventualmente.

—Eso espero, porque ya no soporto estar así, no me gusta. No me siento yo mismo.

— ¿Hay algo más que te preocupe? ¿Pasó algo con los chicos? —le pregunté con cuidado.

—No realmente. —Dijo con la mirada perdida.

—Oliver, estoy seguro de que tuvo pasar algo que te perturbara de manera que ahora te sientas así de confundido. Soy tu amigo, y no importa lo que pase, puedes decirme lo que sea. —intenté sonreírle, pero me pellizque con mucha fuerza la mano, porque de lo único que no me gustaría hablar es probablemente lo que tiene para decirme. Todavía no sé cómo enfrentarme a la situación.

—Me gusta una persona. —dijo secamente, y me miró a los ojos. Yo asentí para hacerle saber que lo estaba escuchando.

— ¿Y esa persona no te corresponde? ¿Es de la zona roja? —apreté los labios y tomé el vaso de agua enfrente de mí para darle un gran trago.

—No lo sabe y tampoco creo que lo haga. Estoy completamente seguro de que no me va a corresponder, pero mucho más que eso, tengo una razón para no decirle lo que siento.

— ¿Y eso es algo muy importante? Debe serlo si quieres retenerte de esta forma. —regresé la mirada al menú, sin leer absolutamente nada. No quería que notara mis reacciones.

—Es muy importante. Si yo digo lo que siento, entonces creo que voy a terminar pasando un límite que no tiene vuelta atrás. Voy a perder lo único que mantiene bien mi estabilidad emocional, y no quiero perderlo. Me duele tener que contener lo que siento, pero si le hace daño a otras personas ¿No es mejor que muera conmigo? ¿Por qué tiene que ser tan difícil vivir?

—Oliver. —estiré la mano sobre la mesa y tomé la suya para sostenerla. No pude evitar sentirme culpable por todo lo que dijo, puesto que soy la razón de la que está hablando. No puedo odiarlo porque realmente no está haciendo nada malo.

—Adrián, si te pido que me prometas algo ¿Puedes hacerlo? —susurró.

—Por supuesto... ¿De qué se trata?

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