Capítulo XVI. (Hipócrita)

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Capítulo XVI. (Hipócrita)

POV Adrián

Mi vida cambió tanto en los últimos días, y tengo tantas preocupaciones, que se me olvida que tengo que comer o dormir, y solo lo hago si hay alguien que me lo recuerde. Es extraño. No sé cual es el límite de un hombre o un ser humano para soportar la carga de su vida, pero estoy seguro de que si me dejo llevar por las vivencias de este lugar, me ahogare bajo tierra, porque así se siente vivir en la Zona Roja, es asfixiante. Y si las cosas terminan en un mejor panorama, posiblemente solo me vuelva loco.

Y si a mis problemas le sumó las inquietudes ajenas que me rodean, tal vez termine con mi vida en un arrebato de locura. Antes no entendía porque las personas hacen eso, ¿qué los lleva hasta ese punto? ¿Cómo son capaces de terminar con todo? Pero ahora lo entiendo, la vida es difícil.

—No sé qué debo hacer, eres mejor que yo con las palabras.

—Es que no puedo creer que le dijeras eso, eres un idiota.

—Adrián, es que no tenía la menor idea de sus sentimientos. Y hasta cierto punto conozco el afecto que tenemos por el otro, pero no así, no de esa forma.

—George, no estoy seguro de si debo decirte esto o no, pero necesitas ser más atento a lo que está a tu alrededor, y dejar de ser tan idiota —señalé.

—Me siento apenado con toda esta situación, no quería lastimar a nadie, y mucho menos a Jacobo.

—Estoy seguro de que no —suspiré exhausto.

—Voy a hacer todo lo posible por arreglarlo.

—Lo posible no basta en esta situación, arregla todo esto antes de que yo quiera matarte, y ahora que lo pienso, ¿quién es la chica que te gusta? —inquirí.

— ¿Eh?

—No me vengas con eso. Mencionaste que te gusta una persona, y decir eso fue lo que causó todo este problema. ¿La conozco?

—No lo creo —musitó y desvió la mirada.

—Está bien, en algún momento lo sabré. Eres terrible escondiendo secretos.

—Tienes razón —admitió y sonrió, pero sin ningún ánimo.

—Es deprimente verte así. Vamos, estoy seguro de que Jacobo va a ser el mismo de siempre si hablan correctamente —le aseguré.

— Lo sé, voy a hablar con él. Por cierto, ¿a ti te gusta alguien? —quiso saber, y eso me tomó por sorpresa.

—No, no me gusta nadie. No tengo tiempo para un nuevo romance, y ahora mucho menos, desde que estoy aquí apenas puedo cuidar de mí mismo, incluso se me olvida comer la mayor parte del tiempo—murmuré, y aclaré mi garganta —. Después de terminar con James, decidí que voy a tomarme un largo tiempo de sentimentalismos.

—De cualquier modo, no existe nadie tan bueno como para merecerte —susurró.

—Gracias, George. Pero pienso que existe alguien para todos en alguna parte del mundo, solo que a veces no es fácil encontrar a la persona indicada, pero no hay prisa. Es divertido, tal vez la persona que tanto buscas siempre estuvo frente a tus ojos —comenté y lo miré.

De verdad espero que haya sido capaz de entender lo que estaba intentando decir, porque no me quiero involucrar en el asunto más de lo que me corresponde como amigo, pero tampoco me puedo quedar con los brazos cruzados mientras ellos no saben cómo afrontarlo. Pero sé que tarde o temprano van a solucionarlo, porque siempre han sido mejores amigos.

Marioneta de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora