Capítulo CXXIII. (Relación)

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Capítulo CXXIII. (Relación)

POV Adrián

Es difícil enfocar la mente cuando se queda en blanco, pero no siempre es fácil mantener todo bajo control. A veces solo quieres que todo fluya sin sentido, blanco, sin color y sin forma. Es extraño pero, al mismo tiempo, es como un respiro de aire fresco.

—¿Adrián? ¡Adrián, despierta! ¡Despierta ya! —gritó M, y abrí los ojos despacio.

No tenía la menor idea de dónde estaba ni cómo había llegado, pero me di cuenta de que era un lugar seguro porque, a pesar de que el tono de su voz estaba alterado, su cuerpo demostraba todo lo contrario.

La luz que se filtraba por la cortina de la única ventana en la habitación, era molesta, y me impedía dejar la vista fija en un punto específico. Y el sonido de su voz también me resultaba molesto.

—¿Qué pasa? —le pregunté confundido y mi voz salió ronca, entonces me di cuenta de que mi garganta estaba seca.

—Me asustaste, por un momento pensé que no estabas respirando. Además, tenía varios minutos llamando tu nombre y no había reacción de tu parte —me explicó y suspiró. Buscó un cigarro en su bolsillo y lo prendió cerca de la ventana.

—¿Por qué pensaste que estaba muerto? Eres experto en lenguaje corporal, deberías saber la diferencia entre una persona viva y una muerta —me quejé.

—Créeme, no había diferencia —replicó y me apuntó con el dedo —. Además, desde que llegaste no cambiaste de postura en lo absoluto.

—¿Yo vine aquí? —quise saber, y él sacó el cigarro de su boca y levantó una ceja antes de responder.

—¿No lo recuerdas?

—Para nada. No recuerdo nada.

—Llegaste en la madrugada, te acostaste y te estabas quejando sobre algo. La verdad es que fue difícil entender lo que estabas tratando de decir. Entonces, me di cuenta de que estabas borracho, así que decidí no molestarte el resto de la noche —me contó y lo miré sorprendido.

—Ni siquiera recuerdo cómo llegué a casa —le dije, y coloqué las manos sobre mi cabeza cuando sentí dolor.

—Normalmente no eres tan irresponsable y tienes cuidado de no bajar la guardia. Pero tienes derecho a divertirte, estabas con tus amigos, sabía que no te iba a pasar nada malo. ¿Cuántas cervezas te tomaste? —cuestionó y me encogí de hombros, no podía recordar nada.

—¿Cómo llegué aquí si estaba fuera de mis cinco sentidos? Sí fuera mi habitación sería menos raro para mí —murmuré.

—Tal vez le dijiste a uno de los chicos que querías verme y te trajo aquí —comentó, y me entregó dos pastillas y una botella de agua —. O es posible que hayas llegado aquí por tu propia cuenta, no subestimes a tu subconsciente.

—Gracias —le dije y me tragué las dos pastillas antes de volver a acostarme —. Sí, es probable. Además, me cuesta dormir cuando no estoy contigo.

—Dudo que te puedas levantar, así que voy a verificar si tienes trabajo pautado el día de hoy. Si es el caso, le diré a Bruno que se lo asigne a alguien más, puedo inventar una excusa.

—Gracias, M.

—Tengo que salir con Bruno a cumplir con algunas diligencias, pero será aquí mismo en el territorio, no iré lejos —me aseguró y se acercó para poner una mano en mi frente —. No tienes malestar, así que no tengo de qué preocuparme. Antes de irme te traeré el desayuno, si no comes te vas a sentir peor.

Marioneta de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora