Cosas Que No Debieron Haber Pasado III: Con Alguien Más.

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<2018>

Gran parte del año hubieron luces en los cielos de Berlín; Auroras Boreales iluminaban con intensidad las calles oscuras de la ciudad, dejando ver el centro del universo en un espectáculo nocturno sin precedentes en la era moderna.

No había ni una alma a mis lados; atrás o a delante. Simplemente, sola. Sin vehículos, voces o siquiera algún indicio de humanidad en una ciudad desierta. Poco a poco, las casas, departamentos y edificios, se deterioraban, cayendo grandes trozos de éstos a la calle, que también se encontraba deshecha por la falta de cuidado.

Mirara donde mirara, había soledad, caminara donde caminara, había naturaleza. Las plantas y árboles se extendían por las calles, en un intento desesperado por retomar lo que en algún momento fue suyo.
Mis pies iban sin rumbo; buscando algo que no recordaba o no sabía siquiera qué exactamente era. Mi mente no encontraba razón por la cual seguir el camino, así que decido detenerme. Frente a mí, apoyados en una pared, yacen dos esqueletos con vellos todavía saliendo de sus brazos, pubis y largos cabellos saliendo de su cabeza. Puedo determinar, por mi experiencia en esqueletos humanoides, que los dos son mujeres de una edad adulta.

La poca luz de la noche, me da a entender que han estado ahí, quizá por más tiempo que yo, pero mi duda que creció entonces en ese lugar post-apocalíptico, fue:

—¿Qué pasó?

No recibí más repuesta que un: "Ellos", de la figura borrosa a mis espaldas que atendía por el nombre de Angela. Mis sueños con ella habían aumentado durante ese año también, poniéndome en escenarios solitarios y haciéndome preguntar cosas que no tenían ni pies ni cabeza, pero que para ella tenían algún tipo de sentido porque, ellas las respondía todas las veces.

No despertaba ni agitada o sudando, sólo despertaba abriendo mis ojos de a poco. Mi cuerpo se encontraba reparado por un sueño profundo y relajante. Todo lo contrario a mi vida desde que los niños se fueron.

—Debo ir a trabajar...

Mi hogar siempre que despertaba, estaba en silencio. Sólo yo. Los pájaros cantaban en los árboles y el sol de la mañana llegaba a la cocina, a través de la ventana que daba al patio trasero. Prendía la televisión, ponía a hervir algo de agua y alistaba mi bolso para irme a trabajar, todo mientras sólo una camisa usada tapaba mi cuerpo desnudo.

Finalmente, estando ya vestida, me dirijo a mi lugar de trabajo: un campo de tiro a cargo de Wernher And Noah Enterprise, lugar donde me desempeñaba en el rubro de las armas, las balas y los disparos.

—Buenos días, Mike —dije entrando por la puerta principal al lugar en donde no sólo se les enseñaba a civiles y a policías a disparar, sino que se vendían Armas y ropa militar a buen precio... y no, no es publicidad gratis, cobro por esto.

—Buenos días, Elizabeth. Te ves mejor que ayer —dijo el hombre corpulento, viéndome pasar al camarín

—Si quieres tener sexo conmigo, Mike —dije, mientras sacaba un chaleco táctico y un cinturón para mi pistola del casillero a un lado de la recepción—. En primer lugar, siempre estoy hermosa, ni el ayer ni el mañana es una excepción. En segundo lugar, estás casado y en tercer lugar; cambia de perfume, quizás es por eso que tu esposa no se sienta en tu cara.

Como todos los hombres al decirles que no estoy interesada en ellos, tienden a insultarme o a quedarse callados e intentar algo distinto. El tipo de hombre que me gusta es el último; el primero siempre termina con la nariz rota.

—En fin, ¿qué hay de nuevo? ¿Algo interesante? Aparte de multimillonarios intentando casarse conmigo o secuestradores, obviamente —dije devolviéndome a la recepción.

El Renacer De Ares (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora