Truenos y Relámpagos III: Un Boleto Sólo de Ida

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<2020>

Todo indicaba que se terminaría la guerra en cuanto encontrase a Karen. Los generales de la Unión Europea, presionaban a Amenis para que tomase el control de la situación en que estaban, pero tenían mejores cosas que hacer.

La última ojiva, sin embargo, fue hallada a pocos kilómetros de la frontera de Amenis, en el canal de Suez. Elementos del ejército extraterrestre, lograron repeler una seguidilla de ataques de híbridos, capturando a 10 y matando a unos 50 aproximadamente. Éstos presentaban modificaciones nunca antes vistas en especímenes híbridos y, sobre todo, radiación nuclear en ellos.

Esa revelación, que sería objeto de investigación, nos daría a entender que mutaciones genéticas a través de radiación ionizante podría incluso cambiar el ADN para bien. Sin embargo, resultados oficiales de las investigaciones y observaciones de los elementos capturados, daban a entender que no tenían genitales o eran infértiles y su esperanza de vida era recortada a casi la mitad.
Fue así como, entre las fuerzas armadas de Amenis y los gobiernos humanos, empezaron a buscar entre los sitios con mayor radiación nuclear en el planeta, pero los resultados no nos indicaban que hubieran rastros de radiación nuclear en lugares clave como en el Valle de Korangal, por ejemplo, lugar que mi madre apuntó para buscar al mi profesor de química; no había nada. En cambio, Amenis informó que habían 5 ubicaciones entre todos los cientos que se pintaban en el mapa, que parecía haber una gran cantidad de movimiento de híbridos, así como radiación de tipo nuclear en el lugar.

A pesar de todo, yo tenía algo más que hacer antes de conducir un equipo de fuerzas especiales hacia la batalla y era la situación con Karen. Ella, si en realidad estaba detrás de los últimos ataques hacia mi persona, así como de haber revelado el secreto que nos unía, debería hacer algo al respecto.

Seguí sus pasos a través sólo de sensaciones. La muerte de Luther todavía estaba tan fresca como cemento recién puesto, por lo que deberían saber que iría tras ella después de un tiempo. Mis pensamientos hacia ella, así como mi corazón, tenían ideas diferentes; de alguna forma u otra, quería matarla, pero al mismo tiempo darle una oportunidad para redimirse. No sabía exactamente lo que quería.

Contra todo pronóstico, la encontré un jueves en la calle, a pocos minutos de la media noche, tirada en un callejón entre un montón de basura y teniendo a su lado una botella de whisky. Olía a alcohol y balbuceaba con frecuencia. La revisé bien, en busca de algún arma, pero no encontré nada más que una navaja suiza y unos cuantos euros.

La llevé a un lugar apartado y, a las 3 o 4 de la madrugada, ella despertó vomitando todo el alcohol que bebió, para después desmayarse en el baño. La llevé ahora a una silla en medio de un gran taller tapado con latas y ahí se quedó, expulsando ramas que se extendían por el lugar como una enredadera.

—Sé que estás despierta —dije sentada frente a ella.

—¿Ya... perdimos? —preguntó levantando su cabeza de apoco, para mirarme de reojo—. Ay... no...

—Tus poderes son impresionantes; te acabas de recuperar de un coma etílico en unas horas —agregué cruzada de piernas.

—Sea lo que sea que buscas... ya no puedo ayudarte —dijo ya erguida.

—De hecho, hay algo en lo que puedes ayudarme, todavía.

—Mátame... si quieres... —dijo recuperando poco a poco el color—, no te diré ni una mierda...

—Sabes que no puedo matarte, pero al mismo tiempo sabes que querrás estar muerta cuando empiece —repliqué mirándola a los ojos—. Tú tienes algo que es mío y que necesito de vuelta.

Su mirada perdida sabía lo que se avecinaba, porque ella entendía que le había dado parte de mis genes para que pudiera sobrevivir sin que su Arpeggio la matara. Sin embargo, de alguna forma u otra, tenía control de su organismo.

El Renacer De Ares (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora