Demonio de Ojos Verdes III: El Único Camino Correcto.

9 1 2
                                    

/!\ Advertencia: Las escenas descritas en este capítulo podría herir la sensibilidad de algunos espectadores. Se recomienda discreción /!\

Pasaron muchos días y Amenis, en conjunto el gobierno Alemán, habían impuesto un toque de queda, avisando que yo me había sublevado o algo por el estilo. El ejército había sido movilizado por toda Alemania y otros efectivos de la Unión Europea movilizaron también sus fuerzas.
En las calles de Múnich, te podías encontrar desde 20 a 100 efectivos haciendo rondas y entrando en las casas pacíficamente, por eso mismo, debía tener cuidado con cada paso que daba.

Recuerdo que yo había ido a visitar a Johann al hospital. Seguía durmiendo con una inocencia e indefensa tranquilidad que quizás nunca había visto en mi vida.

Vestida con una bata de médico y con unos lentes llegué estaba sentada a su lado, tomando de su mano como acostumbraba a hacer. Seguía tenido ese calor que me embriagaba, pero no podía quedarme mucho tiempo.

—Lo siento... Johann... —murmuré ya sin soportar más todo lo que tenía dentro de mí —. Sé que puedes oírme. Así que... haré esto rápido. No podré quedarme contigo otra vez... no tengo a otra persona a quién amar, pero me he vuelto un peligro para... todos. Cuando despiertes, notarás que muchas cosas han cambiado y... muchas otras cosas no volverán a ser como antes...

Me limpié las lágrimas y lloré durante un leve momento para luego incorporarme nuevamente. Era difícil para mí dar el siguiente paso, pero debía ser fuerte.

-Tendremos que terminar... -dije finalmente, dándole el último beso a mi primer gran amor -. Es lo mejor, ya que no sé si volveré... a estar contigo. Lo siento.

Noté en ese momento, que una sutil lágrima caía desde su ojo izquierdo, recorriendo mucho camino hasta llegar a mis manos puestas en su nuca. Iba a sanarlo, aunque no sabía si todo iba a ser igual que antes para nosotros. Estaba a punto de irme a la oscuridad de la noche sin una linterna que me acompañase para iluminar mi camino.

Cuando me fui, lo vi abrir sus ojos. Estaba confundido, era obvio. Sin embargo, justo cuando pensaba que todo iría bien, lo escuché gritar mi nombre. Lo decía con todas sus fuerzas hasta que las enfermeras llegaron a asistirlo. Mi pecho dolía como si me hubieran apuñalado en el corazón, justo en la vena cava superior.

A pesar de todo, junté fuerzas para darle un nuevo significado a mi vida. Debía mantenerme en las sombras y trabajar desde ahí. Hacer que todo fuera sutil y oculto. Debido a esto, fueron los meses más oscuros que podría haber experimentado la humanidad, ya no eran los que estaban en la cima de la cadena alimenticia, sino que estaba yo depredándolos a ellos.

Empecé con algo muy simple, que es raptar individuos que tenían relación directa con la corrupción policial en Alemania.
Cada objetivo parecía ser más importante que el otro, cada uno tenía formas distintas de actuar y relacionarse con los demás pero, una mujer que me llamó inmediatamente la atención, saltó a la red. Siempre sola, cabello negro y ojos cafés, piel morena; debía ser un chiste.

Empecé a seguir sus pasos, pero sólo fue necesario una llamada que avisara de un ataque terrorista con su teléfono la pondría en la mira de la sociedad que tanto le había dado.

Llegaba cada mañana a la estación de policía en Kiel, al sur de Alemania. Su rango de Sargento le daba cierto respeto, pero para mí era más que importante. Por su oficina en el lado sur de aquel blanco edificio en Schönkirchen. Quién diría que aquella mujer tuvo en sus manos nada más y nada menos que 102 casos que nunca se hicieron justicia. O todo el dinero que iba a su cuenta bancaria y que se estimaba en miles y miles de euros. Fue una verdadera pena que todo ese dinero  mágicamente desapareciera.

El Renacer De Ares (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora