Truenos y relampagos II: Uniendo Las Pistas.

0 0 0
                                    

<2019>

Muchas veces en mi vida, como cualquier operador de fuerzas especiales y por mi naturaleza extraterrestre, corrí peligro. Sin embargo, no hay nada más entretenido para mí, que la adrenalina corra por mis venas al saber podría ser un día difícil. Incluso hoy, cuando ya no hay muchas cosas que me pueden hacer daño, intento siempre recordar cómo se sentía el estar en verdadero peligro.

A pesar de esto, el momento más tenso en mi vida, fue ese periodo de sólo algunos días, en que en realidad pensé que iba a morir. El 15 de noviembre del 2019, marcó el inicio de una época de terror en el mundo; nadie estaba preparado para lo que iba a suceder.

Empezó todo como un día común y corriente, iba conduciendo mi vehículo personal hacia Frankfurt, para ver a Katya y a Natalia. Parecían haber encontrado una pista que nos guiaría hacia Luther. Aunque Katya me había indicado que debía descansar y alejarme de las situaciones peligrosas, yo seguía en el juego, tomando unas cápsulas que me ayudaban contra el dolor en mis pechos por la lactancia, además de algunas fuertes contracciones.

Todo iba como lo planeaba, hasta que veo una gran congestión vehicular en la carretera, a sólo unos cuantos kilómetros de mi punto de reunión. Afuera, como era de esperarse de un invierno más húmedo de lo normal, estaba lloviendo a cántaros con un viento tormentoso. Miré entre los vehículos y veía a la lejanía, un accidente vehicular con una ambulancia y la policía ya presente.

—Lo que faltaba —dije recostándome en el asiento del conductor.

Tomé mi teléfono que había dejado a mi lado y le mandé un mensaje a Katya, diciéndole que iba a llegar tarde. En ese momento, logré notar que no se envió, porque de alguna forma u otra, no tenía conexión a internet. Lo atribuí inmediatamente al aguacero que estaba cayendo afuera y seguí mirando al frente.

—No creo que llegue ni hoy ni mañana —musité finalmente.

Miré otra vez mi teléfono y el mensaje seguía sin enviarse. Fue entonces cuando, como si fuera un sexto sentido, un cosquilleo en mi médula hace que me ponga alerta. Sea lo que sea, venia de atrás, como una onda expansiva que acababa de atravesarme. Miré hacia atrás sólo para ver una camioneta de vidrios negros a un carril de mí.

—Un inhibidor de señales —concluí al presentir que aquello que estuviera en esa camioneta, era algo que usarían no sólo en mi contra.

De forma casi instintiva, tomé mi pistola y me desaté el cinturón de seguridad. Sin embargo, al mirar al lado contrario, vi otra camioneta similar a dos carriles a mi derecha. A pesar de la extraña situación en la que estaba, no había duda de que las cosas se iban a poner jodidas desde entonces. Sin embargo, con la policía tan cerca, no había ventana para que ellos atacaran, si en realidad era eso lo que querían.

Mi mirada estaba clavada en esos dos vehículos, hasta que, de súbito, siento que la ventana trasera se triza y un chasquido en mi oreja derecha me deja algo aturdida, pero con consciencia suficiente como para actuar. Después de ese disparo, salgo de mi vehículo personal y me atrevo a correr entre los autos de civiles, esquivando los cañones de quienes sean que estuvieran persiguiéndome, hasta que una ráfaga de disparos hace que caiga al suelo de repente. Mis piernas no respondían por una bala que se había albergado en mi espalda baja.

—Ay mierda, ay mierda —dije preocupada, arrastrándome rápidamente hasta abajo de un vehículo que se había quedado vacío debido a la balacera—. Me dieron...

Un dolor insoportable se hizo presente, pero debido a que tenía a dos hombres cerca de mí, debía aguantarme las ganas de llorar y gritar. Mordía mi puño en mi boca, además de respirar a tramos largos, para estabilizar mi corazón. No tenía ninguna forma de curarme y la posible situación de que el bebé en mi vientre haya sido alcanzando por la munición, se hacía una posibilidad cada vez más grande y preocupante.

El Renacer De Ares (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora