Ser o No Ser III: Camino hacia la Libertad.

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Tiempo después de lo ocurrido en el comedor, reforzaron las medidas de seguridad en todo el pabellón. Además, hicieron una revisión exhaustiva de las entradas y otros accesos, habilitando también muchos puntos de observación en distintas zonas en la cárcel.

Por otro lado, las mujeres que agredí en la cafetería murieron antes de llegar al hospital más cercano. A pesar de eso, se abrió una investigación en su contra, al comprobarse también que fueron partícipes de la golpiza que le dieron a Sarah, quien tendría un vínculo—en calidad de cliente—con la red de narcotrafico de sustancias ilícitas dentro de la cárcel.

Al salir esto a la luz, los detectives en el caso, pudieron desarticular una red muy compleja de Narcotraficantes en Europa, que además tenía una relación directa con muchas cárceles al rededor del territorio Alemán, Francés y Polaco.

Ya en un tema aparte, Sarah, resultó gravemente herida por la paliza recibida por esos ahora cadáveres. A pesar de tener en su poder un Arpeggio muy fuerte, no hizo uso de éste. Quedó en un estado de coma indefinido por el daño casi irreversible que recibió en su cabeza. Tuvo un derrame cerebral a causa de una fractura craneal aguda. Sin embargo, no estaba preocupada por ese hecho, porque estaba a su lado, tocando el pelo de mi amiga mientras esperaba ansiosa a que despertara. Acariciaba su piel para que supiera que yo estaba ahí y le hablaba sobre las cosas que pasaron. Sabía que podía oírme, ya que sentía sus conexiones neuronales con mucha fuerza a pesar de estar en coma.

Sus respuestas comenzaron a hacerse cada vez más fuertes que, a través de espasmos, me decía que ya abriría sus ojitos. Hasta que, de repente ella gruñó como si la despertaran de un buen sueño.

—Buenos días, ¿cómo te sientes? —le pregunté acariciando su cara.

Los ojitos de ella recién se habrían e interceptaban, sus conos y bastones, la luz que entraba por su retina. Tomé de su mano para presionarla con fuerza, hasta que, por mero reflejo, ella también lo hizo.

—¿Dónde estoy? —preguntó con un tono de cansancio.

—Estás en el hospital, ¿recuerdas? Te golpearon en el baño.

—Ah, verdad... —respondió tocándose la cabeza.

—No te esfuerces mucho, Sarah. Has estado inconsciente por casi un mes.

Me habían concedido el permiso para ir a visitarla de vez en cuando, por lo que estaba aprovechándolo al máximo. Tocarla era todo lo que necesitaba para estar bien.

—¿Qué? Estás bromeando... ¿verdad?

—Nop —respondí negando con la cabeza—. Tengo hasta contados los días.

Eso hizo sacarle una sonrisa que compartimos las dos, pero que yo no pude contener por mucho tiempo hasta que mis lagrimas se hicieron presentes.

—¿Me extrañaste? —preguntó sonriéndome.

Agaché mi cabeza y, simplemente, me dejé llevar por un sentimiento que ya había sentido antes y con alguien completamente diferente, pero que aún así tenía mucho poder en mí.

—Eres... una estupida... ¿por qué no te... defendiste? —la regañé en medio de lágrimas.

—Lo siento —dijo riéndose.

El Renacer De Ares (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora