Cosas Que No Debieron Haber Pasado II: A donde quiera que vayan.

0 0 0
                                    

<2018>

Cuando me quitan algo importante a un bebé, éste llora porque no sabe defenderse. Si quieres que pare de llorar, simplemente se lo das de vuelta. Sin embargo, si se le quitas algo importante a un adulto, éste se defenderá y hará todo lo posible para que vuelva a su poder lo más rápido que se pueda. A esto, yo le llamo "Pilares". Los Pilares que sostienen a cada ser vivo capaz de sentir y, su ausencia, tiende a hacer que la persona caiga por su propio peso.

Mis más importantes Pilares, son mi familia; Sarah, Alisa y Robert. Sin ellos, me caigo en lo más profundo de mi ser, caigo a un lugar al que no quiero volver, porque sé cómo es.
Mis hijos eran mi Pilar más importante y a ellos le debía mi felicidad, pero cuando dañaron a mis hijos, esos Pilares se cayeron estrepitosamente, quedando sólo sujetada por mi pareja, Sarah.

—¿Se recuperarán? —pregunté a Altair, quien me daba las noticias.

—Nada es seguro en este punto, Elizabeth —respondió, viéndome ella cómo mis lágrimas brotaban desde mis ojos—. Sus heridas son... serias, pero en unas horas serán operados y ahí recién podrán ver qué se puede hacer.

—Mierda... no... ¡no puede estar pasando! ¡No otra vez!

Altair me acobijó entre sus brazos y lloré aferrada a sus ropas, mientras que los otros seres ahí presentes me miraban romperme en mil pedazos, como si ellos no supieran lo que eso significaba. Mi corazón me dolía, mis pensamientos rondaban entonces al rededor de Alisa y Robert, generando más dolor del que podría imaginar. Más dolor que cualquier herida que haya tenido; el recuerdo de aquella niña muerta en la carretera frente a mis ojos llegaba a mi mente con fuerza.

—No los pude... proteger...

—No te culpes por lo que sucedió, Elizabeth —dijo acariciando mi cabeza, mientras que lloraba en sus brazos con más fuerza—. Tienes que ser fuerte ahora, por ellos y por Sarah.

No había modo de sentir más dolor que ese. Mientras más pensaba en ellos, más se achicaba mi corazón, más fuerte me agarraba de las ropas de Altair.

—Tranquila... —me decía ella, apretándome con fuerza—. Ellos estarán bien... ya verás que todo volverá a ser como antes.

Ella tuvo que dejarme en su casa, porque estar en mi hogar, me hacía mucho daño. Terminamos yo y Altair, las dos sobre su cama. Me acariciaba la cabeza, y me sobaba la espalda con delicadeza. Yo simplemente me quedé mirando hacia el infinito, con la mirada pegada sobre un punto en específico, mientras que pensaba en lo que sucedió; lo que debí haber hecho y cómo haberlo hecho. Todo era perfecto para mí, pero sólo si no estuviera sujeta a los límites naturales de mi cuerpo.

—¿A-Altair? —pregunté, agarrándome de su uniforme como si fuera una niña mirando a su madre hacia arriba.

—¿Sí? ¿Ya te sientes mejor?

—¡No! —grité apegándome a ella con más fuerza, deteniéndose ella de mimarme—. Es que... quería preguntarte algo...

—¿Mmm?

—¿Me... puedo quedar en casa con Hanako?

—Ah... sobre eso... preferiría que... no. A mi mamá no le gusta tener cerca a Sarah. No sé por qué, pero no se tienen muy buena sintonía las dos.

—No iré con ella... esta vez —dije,

Altair se quedó callada y comenzó a acariciar mi cabello otra vez, entrelazando sus dedos con mi cabello grueso y un tanto vibrante por la estática.

—Si es así... creo que estará bien, le hace falta un poco de buena compañía últimamente.

—Me... alejaré unos días de... Sarah. Quiero... —La puerta principal sonó, escuchándose en el pasillo del ahora departamento, la voz preocupada del Rey de Roma.

El Renacer De Ares (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora