Crecimiento Molecular Indefinido

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<Año: 2006>

Cuando me dejaron hospitalizada por las heridas que tenía, la mujer que me había traído a ese lugar seguía conmigo. Nunca se despegó de mí.

Ella tuvo que caminar unos 4 kilómetros hasta encontrar ayuda. Se rehusó a ser atendida hasta que yo lo fuera y finalmente me acompañó en la ambulancia que me llevó a un hospital en Colonia.

En el centro asistencial volví a ver a mi hermana y a mi madre que fueron a visitarme luego de que mi condición mejorara. Me dijeron que no podía ir a Belka todavía, que estaban pasando muchas cosas y que era mejor que me mantuviera en Alemania por un tiempo. Estaba un poco decepcionada por eso, ya que quería estar de vuelta con mi familia, pero si ese era el caso, no podía hacer mucho.

Pasaron unas cuantas semanas y lograron darme de alta. Todavía tenía el vendaje y la mujer que ahora se identificó como Yae Sakura (igual como el árbol japonés), me dijo que no lo sacara durante un tiempo.
Terminé viviendo con ella y muchos otros chicos en un dormitorio en Müllheim, no muy lejos de donde vivía antes.

<Distritos de Colonia>
(Nota: la línea azul es el río Rin)

Ese Dormitorio era su sustento, ya que era subvencionado por el Estado Alemán

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Ese Dormitorio era su sustento, ya que era subvencionado por el Estado Alemán. En ese lugar vivían, por casualidad, Larry y Erika, quienes habían sido llevados ahí por cuestiones personales.

No sabía cómo relacionarme con los otros  chicos, ya que me sentía verdaderamente excluida de todo lo que hacían. A mí no me encomendaban ni una tarea dentro de ese lugar, debido a órdenes de Yae. Yo simplemente escuchaba lo que hacían mientras que parecía encarcelada en mi habitación, tapada algunas veces con las sábanas de mi cama o estudiando para algún examen.

Siempre salía del dormitorio sola y volvía sola. Siempre lo mismo: cama, estudiar y viceversa. Me tenía aburrida la monotonía de mis días, así que quise hacer algo al respecto. Se podría decir que desde ahí empezó un periodo de evolución molecular en mi cuerpo que casi me cuesta la vida. Fue ese, uno de los periodos más difíciles y más dolorosos en mi vida.

Todo comenzó el 27 de diciembre, que salí de mi habitación sin autorización de Yae, quien se encontraba en el centro haciendo trámites. Tenía estrictamente prohibido salir por mis heridas que no sanaban ni un poco; ni mi madre sabía exactamente qué sucedía conmigo.

Llegué luego de caminar un poco por un extenso pasillo oscuro hasta la cocina. Erika y otros chicos se habían quedado despiertos, porque habían hecho un desorden mientras jugaban y debían limpiarlo como castigo. Me aparecí por atrás de la puerta inocentemente y comencé a abrirla de forma lenta, dejando que un chirrido irrumpiera en el silencio que habían formado los chicos.

—Ho-hola... —murmuré con la cabeza agachada y con las manos en mi vientre.

—¿Hola? —respondió uno de los chicos.

El Renacer De Ares (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora