Barro y más Barro II: El Poder de Decidir.

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Al día siguiente me levanté a las 7 de la mañana como era de costumbre. Recuerdo haberme sentado en la cama y miré de reojo a Yae quien estaba durmiendo de espaldas a mí. Hice una pequeña sonrisa sin antes taparla hasta el cuello.

Me paré y estiré mi cuerpo haciendo que mis vértebras sonaran. Acto seguido, comencé a vestirme... pero e aquí uno de los grandes problemas de crecer... el sujetador no cruzaba y mi ropa interior inferior mucho menos entraba hasta mis muslos.

-No... puede ser... -murmuré aguantando las ganas de romperlas.

Recuerdo que el único par que me quedaban bien estaban sucios y fueron los que ocupé en la confrontación con la Fuerza Aérea. El día anterior, luego de darme un baño, simplemente me puse el común pijama de ositos y me tiré a la cama, debido a que tenía el día libre no me apetecía salir de la cama.

Luego de los intentos por hacer el sujetador cruzar, este cedió y sentí el "chick" característico, sin embargo, no podía mover mi torso porque también sonó como si la tela se fuera a rasgar.

-Mierda... hoy no me muevo para nada.

Al instituto al que asistía, estaba subvencionado por Wernher And Noah Enterprise, empresa militar que en ese tiempo era muy pequeña y solo se encargaba del alistamiento de tropas. Este traía un uniforme mayormente azul que ellos mismos suministraban. Para las mujeres era una falda entre azul y ploma, que llegaba hasta poco más abajo que las rodillas, una blusa azul, o blanca en su defecto, y un blazer azul marino. Cada prenda era revisada en medidas que desconozco, pero solían ser bastante quisquillosos.

Una vez afuera del dormitorio, caminé casi como máquina hasta el instituto, que para mi suerte, estaba en mi distrito. Sólo caminé 5 minutos hasta llegar a las puertas de aquel recinto y poder adentrarme a tomar mi primera clase.

Siempre traía uno que otro libro para esperar mientras que el profesor llegaba. Sin embargo, ese día sería diferente para mí. Me llegaban papeles y aviones de ese mismo material desde atrás. Nunca había tenido problemas con alguien y mucho menos los buscaba, así que me pareció verdaderamente frustrante escuchar a un grupo de asquerosos humanos reírse de mí. El problema con el barro del que son hechos, es que siempre hay alguien que va a estar en tu contra, alguien siempre va a cagarte la vida. Pero no estaba para juegos de niños, por lo que, dejando florecer un poco mi Arpeggio, intercepté sin mayores problemas un avión de papel que se cocinó luego de un gran estruendo, que siempre sale luego de liberar energía.

-Si no paran, los calcinados serán ustedes -dije en voz alta, mientras que yo pasaba a la siguiente hoja.

Hubo un gran silencio y uno que otro grito de alguna joven asustada por el estruendo que hizo la descarga. No volví a sentir ningún otro tipo de amenaza que se atreviera a pasar por mis defensas ya puestas a mi alrededor.

La clase comenzó luego de que el profesor llegara un tanto asustado, preguntando qué fue el estruendo que se escuchó. Yo, tan honesta y digna, levanté mi mano y dije que fui yo sin rodeos; evidentemente expliqué lo que había sucedido y me advirtieron que no lo hiciera, que sería sancionada si lo volvía hacer. Las sanciones iban desde problemas legales hasta la expulsión del instituto.

Salí de clases a eso de las 1 de la tarde y esperaba al timbre que indicaba el cambio de hora. Pero hubo otro problema del cual no me esperaba tanto; me estaban siguiendo. Normalmente me movía desde el salón de clases hasta el patio central, y si veía mucho contingente, iba a la biblioteca. Fue en el tramo desde el patio central a la biblioteca en donde noto de la constante presencia de una persona en mi andar. Parecía de una altura muy considerable y de un peso significativo por su forma de caminar.

El Renacer De Ares (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora