Ser o No Ser II: Una razón para pelear.

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<2016>

Mi nueva vida eran unas barras de acero dieléctrico. Contaba los días después de la sentencia que me dieron y, cada vez que miraba al pasillo frente a mi celda, pensaba que hasta ese punto ya nada podía ser peor.
Nadie me visitaba, porque no estaba permitido. Pero, por lo menos, conversaba con los guardias, que siempre tendían a hacerme preguntas y a darme reflexiones estúpidas sobre mi actuar.

Me habían interrogado y me habían enjuiciado por el asesinato de un total de 483 personas. Cadena perpetua.
Estuve en muchas cárceles a lo largo de Alemania y en el extranjero. En todas mi conducta fue excelente y a menos de que me provocaran no habían problemas conmigo. Sin embargo, un día simplemente me pusieron en un autobús y lo demás, tendría que descubrirlo por mi cuenta. Después de un tiempo entendí que me llevaban a una cárcel de máxima seguridad.

En las otras cárceles todavía daban cuenta de que podía hacer mucho daño, aún con aquel dispositivo sobresaliendo de mi espalda. Así que, se las ingeniaron para hacer algo "revolucionario"; combinaron la capacidad de aquel dispositivo para detener, en gran parte, la producción de electricidad con una batería, que estaría conectada por conductores a ese dispositivo, cargándose cada vez que comenzaba a generar energía. En términos más básicos, esa batería comenzaría a drenar cada vez que utilizara mi Arpeggio. Aún con todo eso en mí, mi cuerpo rechazaba todo eso, produciendo ácidos increíblemente potentes y anticuerpos que comenzaban a oxidar las patas del dispositivo. Sin embargo éstas acciones involuntarias, tenían sus repercusiones en mí: tenía infecciones graves y, algunas veces, tenía una especie de gangrena tóxica que debía ser atendida inmediatamente.
Ya con todo lo mencionado, podría decirte, querido lector, que mi vida hubiera estado mejor siendo alguien nómade. Pero de no haberlo hecho, nunca hubiera tenido contacto con Sarah; una de las tantas humanas que habían sido intervenidas genéticamente para tener las habilidades de Amenis. En términos de habilidades, eran iguales a la mujer que comí viva en La Selva Negra. Sarah era la más cercana de todas en ese momento, estando sentada justo a mi lado en el autobús. Pelo café, ojos cafés y una leve pintura en unos mechones. Ella dormía mientras yo leía las reglas de convivencia dentro del reclusorio.

Por decisión propia, me hice un tatuaje en el un poco abajo del ojo izquierdo

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Por decisión propia, me hice un tatuaje en el un poco abajo del ojo izquierdo. Una lagrimas roja simbolizaba los estragos que me dejó toda una vida de penurias y sangre; vida que incluso hoy no puedo recupérame totalmente.

De el día que me mandaron a ese matadero, puedo recordar el momento en que nos detuvimos frente a un puesto de control muy vigilado; hasta el ejército estaba presente. Sin embargo, eso no era lo más atractivo, por así decirlo, del lugar, ya que por fin pudimos ver lo brutalmente enorme que era la cárcel.
Habían dos paralelas cercas de acero de unos 20 metros de alto. Éstas se separaban por unos 5 u 8 metros entre sí y las dos estaban electrificadas. Sentía el voltaje pasar por gruesos barrotes de acero, que afirmaban una malla galvanizada de unos 50 milímetros de espesor. Abajo de esa medida de seguridad, había una zanja de unos 10 metros de profundidad. Por otro lado, cada 50 metros de reja, había un altísimo puesto de vigilancia en donde 2 francotiradores veían lo que sucedía entre el exterior y el interior de la cárcel.
En el interior, 8 edificios estaban puestos intencionalmente para hacer un hexágono. Y, dentro de ese hexágono, había un gran edificio, en donde estaba la dirección de la cárcel. Esa construcción, era para los para los criminales más peligrosos, ya que sus celdas estaban reforzadas con puertas de acero puro y muros de hormigón armado. Nunca, por suerte, logré estar ahí ya que el lugar fue remodelado con un cambio de gobierno reciente en Alemania. En cambio, me pusieron en el pabellón N° 7, que estaba prácticamente nuevo, por no decir remodelado, y solitario, por no decir que era la única en ese pabellón.

El Renacer De Ares (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora