Tercera Ley De Newton II: Vivo o Muerto.

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Estuve en el hospital hasta las 10 de la mañana del día siguiente. Me avisaron que Johann estaba bien y que se recuperaría, pero debían hacerle más exámenes para estar seguros.

Altair me llevó al Dormitorio, en donde llegué completamente devastada. Me cubrí, igual como hace un tiempo atrás, con las sábanas y lloré hasta quedarme dormida.
Horas más tarde, Yae me despertó con un plato de comida que rechacé de forma tajante. Y no fue hasta que llegó Erika a verme, que recibí algo de comer.

—¿Qué pasó? —preguntó la chica.

—Nada... —respondí con aún lágrimas en los ojos.

—No seas así, Elizabeth. Es obvio que pasó algo.

—¡Entonces por qué preguntas si sabes que pasó algo!

Ella dio un suspiro y, entremedio de las sábanas, sacó mi mano para agarrarla con fuerza. Su mirada era preocupante.

—Lastimaron a Johann y lo dejaron en el hospital... eso pasó —dije sollozando otra vez.

—Oh. ¿Levantarás cargos?

—No, creo que le di demasiado fuerte al que le pegó. De hecho, sería un milagro si estuviera vivo.

—Entiendo —dijo sacando un paquete de snacks de su espalda —. Deberías estar hambrienta. Come un poco.

El olor a químicos inundó mi nariz y tosí fuertemente. Yo siempre comía vegetales y de vez en cuando carnes que tenían un alto valor nutricional. Todas las cosas con colorantes artificiales, me daban ganas de vomitar. No era algo que yo haya decidido por dieta o por algo así, sino que de verdad mi cuerpo los rechazaba inmediatamente.

—Oh, verdad —y eso Erika lo sabía —. ¿Qué tal si vamos comprar algo? Me gustaría hacer pizza; nunca hemos hecho pizza aquí en el dormitorio.

Me destapé un poco y la dejé ver mis ojos todavía con lágrimas. Su sonrisa me lastimaba. Se había convertido en una  chica muy linda y buena, me enorgullecía de ella con cada momento que pasaba. Aunque, no sabía que me la arrebatarían.

—¿Qué tal si hacemos hamburguesas? —preguntó ella.

—Las pizzas son más nutritivas cuando las haces en casa... —murmuré tomando unos tomates del cesto que las contenía.

—¿Eh? Yo quiero hamburguesas.

—Hace rato querías lasaña, Erika. ¿Puedes decidirte de una vez?

—¡Mejor pizza! —exclamó ella tomando la masa todavía blanca de la pizza.

—Haremos pizza entonces —concluimos.

Ya habiendo comprado todo lo necesario para hacer como 10 pizzas, nos dirigimos a la caja, en donde nos esperaba una fila de 4 personas.

—¿Por qué tu pelo es rubio? —murmuró ella en mi oído.

—Porque no me atenderán si es celeste, tontita —respondí en el mismo tono.

—Ah, ¡qué injusto! —exclamó ella, atrayendo la atención de todos en la fila.

—Erika, guarda silencio... —le dije.

El Renacer De Ares (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora