Cosas Que No Debieron Haber Pasado V: Conmigo O Contra Mí

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<2018>

Sarah no volvió a casa ni al día siguiente ni en los próximos meses después de aquel incidente en la cafetería. Yo estaba devastada y ansiosa por todo lo legal que había que hacer después de saber que ella ya no iría a ver a Alisa o a Robert otra vez. No les decía todavía a mis niños que su madre ya no estaría con ellos.

Tuve que asistir al psicólogo otra vez, en un intento desesperado por devolverme a mi estado emocional estable, pero parecía que aquel agujero oscuro del que había salido hace no mucho, me estaba viendo otra vez a los ojos y me dirigía hacia sus profundidades a una velocidad vertiginosa. Sin embargo, mi reencuentro con Karen me hizo sentir feliz otra vez. Me subía el ánimo y me acompañaba cada vez que podía. Pude localizarla por la tarjeta que me dio, perteneciendo ella a la empresa militar privada Griffon and Kryuger, era una mercenaria que iba a Afganistán a matar terroristas al igual que yo, pero sin una bandera en su hombro.

—Pagan bien, pero el trabajo es difícil, incluso para los hombres —decía mientras que me mostraba una cicatriz en su ojo producto de la metralla—. Estos hijos de puta de SF tienen buen equipo, pero les dieron todo a unos indios de mierda.

Estábamos las dos conversando una noche con tragos y algo para comer. Eran recién las 8 y ya era hora de irnos y eso le dije. Karen llamó a un Garzón y pidió la cuenta mientras que yo contestaba una llamada.

—Hanako, dime.

—¿Dónde estás? —preguntó inmediatamente.

—En el centro, ¿por qué? ¿Pasó algo?

—Ya es tarde —dijo algo enojada.

—Son las ocho recién.

—Ellie, dije que es tarde.

—Y yo te digo, son las ocho recién. No es... tan tarde. Dije que llegaría a las 9.

—Quiero hablar contigo, ahora.

—Ya estamos hablando.

El otro lado de la llamada cortó bruscamente y supuse que sabían lo que le había hecho a Lyza, pero aquello no me molestaba.

—¿Quién era? —preguntó Karen, viendo la cuenta en sus manos y con el Garzón parada a su lado.

—Mi mamá —respondí instintivamente.

—¿La coneja? —dijo acertando en el clavo.

—Sí, ella.

—No me jodas, ¿la del dormitorio? ¿La china? —dijo soltando unos veinte euros de la cuenta y otros diez de propina.

—Sí, ella y no es china, es japonesa —aclaré inmediatamente.

—¿Acaso no es lo mismo? —dijo parándose y tomando su chaleco.

—No. son diferentes, en su historia y su cultura —respondí agarrando mi chaqueta.

Las dos caminamos hacia la salida, despidiéndonos cordialmente del mesero y del dueño que conocía muy bien. Después de salir, nos dirigimos hacia el vehículo de Karen que estaba a unas cuadras más lejos del local para evitar pagar por estacionamiento.

—En primer lugar, tienes que considerar que los Chinos conquistaron Japón y los japoneses heredaron su cultura, al igual que con Korea y... bueno, todos los países a su alrededor. ¿Eso no los hace Chinos también? —argumentó.

—Sí, pero no —le contradije—. No puedes decir que Japón es China por algo que pasó hace cientos de años. Los Chinos odian a los Japoneses por haberlos usados en experimentos, violaciones masivas y genocidio durante la Segunda Guerra Mundial.

El Renacer De Ares (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora