CAPITULO 41

7 1 0
                                    

Mía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mía

(41)

Horas antes de que liz fuera a la casa de doraliz....

¿Puede una simple sonrisa querer lanzártele a alguien y golpear como no existiera un mañana?

Pues esas ganas las ciento yo al ver la sonrisa del imbécil de Agnes, la diversión en sus ojos no salen de mi campo de visión, pero yo me encargo de que se reciba dagas de los míos.

a ver si así lo mato de una vez.

— te pregunte ¿a donde vas?..

— no lo se, tal vez a tirarme porque unos imbéciles en camioneta me están persiguiendo..... — el sarcasmo en mi voz es mas apreciada de lo que quería mostrar ya que este ensancha su sonrisa.

— no seas estúpida, mis guardias solo querían jugar contigo.

— tus juegos son de gente pendeja... ¿lo sabias?.

— basta de insultos, bájate ya de ahí — mas que una sugerencia fue una orden ya que su voz se torno dura y sus expresiones son justo como cuando lo Conocí, rodé los ojos y me encanto que el se diera cuenta.

En realidad nunca tuve la intención de lanzarme, solo  quería hacer creer eso, pero si seguían con intención de llevarme con ellos; si lo hubiera hecho como dije primero muerta que pasar por lo mismo.

Bajo sin quitar mi mirada de sus ojos, pero no me muevo de mi lugar, miro alrededor y ver a tantos hombres de negro hace que me intimidan un poco y que quiera gestionarme en mi lugar por la incertidumbre de no saber lo que me pasara.

Pero no lo hago, no me mostraré débil ante el, llega un momento donde mi ira quiere apoderarse de cada parte de mi cuerpo, así que se será peligro si intenta algo en contra de mi, me cruzó de brazo y alzó un ceja.

— ¿Qué haces aquí? — preguntamos al mismo tiempo y yo hago una mueca.

— las damas primero.

— que caballeroso — el sarcasmo es evidente —? que te importa?.

— no me importa.

— entonces, me voy — hago el intento de caminar hacia mi moto para abandonar el lugar, pero no me deja dar ni un paso.

— que no me importe, no significa que no me lo vas a decir.

— ¿por que te tendría que decir mis cosas a ti?

— porque a mi se me da la gana y tu tienes que hacer lo que yo ordene.

— ¿desde cuando eres mi jefe?

— no lo soy, pero soy tu dueño que es mejor — una mueca aparece en mi boca al escuchar esas palabras.

¡Dueño! ¿esta drogándose o que?

Perfecto Engaño [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora