EPILOGO

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EPILOGO.

Narrador omnisciente.

Lluvia gruesa, sombría y repulsiva, la lluvia siempre le afecto, aunque no lo dijera, aunque se resguardara en esos lindos ojos que le mostraban a el mundo, lo que habían pasado desde que su vida se convirtió en una miseria y la resurrección de esta misma, no era la chica que todos creen en ese pueblo tan remoto y lejano de la civilización, al que se fue a resguardar para no enfrentar ese pasado que la marco.

Sonríe con naturalidad al tendero, sabiendo que nunca sabrán más de lo que ella le quiera revelar, nunca sabrán más de lo que la chica solitaria de la montaña intercambie con él.

La soledad se convirtió en su mejor amiga, el silencio se convirtió en su aliado y la oscuridad se convirtió en esa vía de escape que utilizara si llegase a ser encontrada alguna vez, el disfraz de oveja siempre ha sido su favorito, no solo porque es el que mejor sabe actuar, si no que con ese todos se confían y nadie espera el puñal.

Todos la observan caminar, preguntándose ¿por qué esta tan llena de soledad y de ese vacío que alberga cada sonrisa y cada mirada?, pero nadie tiene la valentía de preguntar, ya que nadie se atreve acercársele, solo saben que llego un día y se quedó en una casa donde las tinieblas y el miedo por sus paredes turbias y sucias eran lo que las rodeaba.

Llevan 5 años preguntándose ¿por qué solo baja cuando necesita provisiones? y ¿por qué no comparte con las demás personas del pueblo?, saben que debajo de ese monto de tela hay una hermosa mujer, ya que un hombre del cual no han sabido en años la vio la primera vez que piso este lugar.

Llego sin nada, con su mirada vacía y sin desear mas que tranquilidad, mientras la soledad se convertía en su más fiel amistad.

No confiaba en nadie, por eso caminaba con la cabeza gacha sabiendo que era el centro de atención por donde pasaba, pero teniendo la certeza que nadie se le acercaría averiguar que era lo que escondía con tanto recelo y poder.

El negro de luto que mostraba oscuridad, pero sobre todo su alma podrida aquel manto cubría su cuerpo y aunque no era el que algún día enloquecía a los hombres, era el cuerpo de un ser que sufrió heridas que no fueron fáciles de sanar, porque fueron en el alma y a esas ningunas inyecciones, ni pastilla o doctores llegaban para ser curada.

Camino por largas horas, hasta llegar a ese camino que la alejaba del mundo exterior, asegurándose de guardar su mayor tesoro bajo llave, para que nadie le quitara ese brillo y esas ganas de vivir que ella ya no conservaba y que a ella la llevaron a la muerte no física, si no espiritual.

Camina y camina por ese sendero lleno de espinas que mantiene a todos los seres lejos de investigar y dejarse llevar por la curiosidad de saber que guardaba la mujer en esas cuatro paredes, que estaban pronto de caer de la montaña, nadie puede descubrirlo ya que todos los que se aventuraban a averiguar esa incógnita simplemente nunca más se vuelven a verse otros se largan del pueblo y unos simplemente no pueden hablar de la impresión que deja lo que sea que haya en ese lugar.

Las leyendas y mitos cuentan que es por un ser superior que se encuentra resguardada, la cual con una sonrisa deja embelesados a el mundo, que son capaces de hacer muchas cosas por conseguir que les regale tan si quiera una.

Llega por fin, cansada de caminar por tantas horas y es lo que le toca hacer cada mes para agradar y mantener en pie al ser superior, a veces se distraía con esas llaves tan antigua que la entusiasmaron los primeros años, pero que ahora se volvieron tan aburridas que no generaban más que una atadura.

No llego con el pensamiento de pasar 5 largos años de su vida ahí metida, en realidad sus planes nunca fueron pasar ni un año, pero aun esta aquí, por el miedo de que dañen lo que tanto cuida, no desea que pase ni la cuarta parte del dolor que sienten en ese mundo, que no la deja ver, pero que con cada año crece su curiosidad.

Al adentrarse a su vivienda no le sorprende que del segundo piso baje corriendo ese pedazo de pétalo que tanto quiere proteger, gritando una palabra que le regala años luz en su pecho, es con la única que se permite sonreír y es la única que le genera más que rencor y odio.

— Mami ya regresaste....

— Siempre regresare a ti, mi princesa — Sus ojos tan peculiares llenos de brillos le generan una calma en el pecho que nunca pensó sentir, tenerla en sus brazos es un milagro que nunca pensó, pero que la hace pensar que dios la quiso bendecir despues de tango dolor que recibió.

— Lose mami.

Miel y gris esos son los colores que a muchos embelesa y a otros aterran, muy pocos se han atrevido a ir a esa casa y la niña de tan solo 5 años se siente sola porque lo pocos niños que se han atrevido a subir aquí al verla se han ido, muchos la observan con miedo, pero no entiende por qué, si su mama siempre le ha dicho que es el ser más hermoso del mundo.

La baja de sus brazos mientras camina a la cocina donde se encuentra con una escena que la deja perpleja en su sitio.

— ¿Qué haces aquí? — Pregunta con la voz suave que utiliza para este tipo de acontecimiento y es que no es sorpresivo que alguien curioso quiera entrar a su propiedad, pero a su casa como lo hizo.... amenos, sus ojos van a la niña de cabello negro hasta los pies que se encuentra a su lado, la cual mira al niño de baja estatura con cara asombro, muy pocas veces ha visto a un niño, ya que siempre huyen antes de que le dirigiera la palabra, pero esta asombrada de que el niño solo muestre una sonrisa.

Antes de que el niño siquiera responda la pregunta que su madre había generado a su visitante, ella salta para hacer lo que siempre a leído en sus libros, se debe hacer cuando se conoce a alguien.

— Hola, mucho gusto, Zed Müller Smith...

Perfecto Engaño [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora