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¿ Ir a Idris ? ¿ Para qué ? Era todo en lo que podía pensar Jane. Era una cazadora de sombras y todo indicaba que ella había nacido allí, pero no tenía mucha curiosidad al respecto.

Cuando Isabelle la obligó a hacer sus maletas y luego la arrastró hasta fuera del Instituto, Jane no tenía ningún interés ni emoción.

Una vez fuera, se encontraron con Magnus y una mujer a la cual Jane no había visto jamás. Al parecer su nombre era Madeleine. Después de varios minutos hablando los adultos, los más jóvenes comenzaron a impacientarse.

—Regresó en seguida —le dijo Jace a Maryse.

  Maryse asintió inquieta.

—No entiendo por qué tiene que tardar tanto —le comentó a Magnus—. ¿Te parece normal?

  —Lo que no es normal es el descuento que os ofrezco. —Magnus golpeó la pared con el tacón de la bota—. Normalmente cobro el doble.

  —Es tan sólo un Portal temporal. Simplemente tiene que llevarnos a Idris. Y luego espero que vuelvas a cerrarlo. Ése es nuestro acuerdo. —Volvió la cabeza hacia la mujer que tenía al lado—. ¿Y tú te quedarás aquí para presenciar cómo lo hace, Madeleine?

Jane, completamente aburrida y sin ganas de continuar allí parada, miró hacia su derecha y vio como Jace doblaba una esquina en compañía de alguien más. No tuvo que hacer mucho esfuerzo para darse cuenta de que se trataba de Simon ¿ Qué hacía él allí ?

Sin detenerse a pensar en las consecuencias, se alejó sigilosamente. Cuando llegó a donde estaban los chicos, se quedó oculta intentando captar algo de información sobre lo que estaba sucediendo antes de meter la pata.

—Tú eres quien me pidió que viniera —señaló Simon—. Encontré tu mensaje en mi ventana cuando desperté esta mañana. ¿Es que nunca usas el teléfono como la gente normal?

—No si puedo evitarlo, vampiro —respondió Jace  —Así que sigue siendo cierto. Puedes andar bajo la luz del sol. Ni siquiera el sol del mediodía te quema.

  —Sí —respondió Simon—. Pero tú ya lo sabías…, estuviste allí.

—Pensé que tal vez podría haber sido transitorio —replicó Jace, aunque su tono no pareció sincero.

  —Si siento la necesidad de arder, te lo haré saber. —Simon jamás tenía mucha paciencia con Jace—. Oye, ¿me pediste que recorriera todo el camino hasta la zona residencial simplemente para poder quedarte mirándome como si yo fuese algo en una placa de Petri? La próxima vez te enviaré una foto.

  —Y yo la enmarcaré y la colocaré en mi mesilla de noche —dijo Jace —. Oye, te pedí que vinieses por un motivo. A pesar de lo mucho que odio admitirlo, vampiro, tenemos algo en común.

  —¿Un cabello absolutamente fantástico? —sugirió Simon.

  —Clary —dijo Jace.

  Simon se vio cogido por sorpresa.

  —¿Clary?

  —Clary —repitió Jace—. Ya sabes: bajita, pelirroja, mal genio.

  —No veo como Clary puede ser algo que tengamos en común —replicó Simon.

  Jane ajustó bien el oído, completamente abierta a cualquier cosa que pudiesen decir. Se sintió incluso un poco culpable por escuchar a escondidas, pero nadie podía juzgarla si nadie la veía.

  —Ella nos importa a los dos —declaró Jace —. Es importante para los dos. ¿Cierto?

  —¿Me estás preguntando si ella me importa?

Ciudad de Cristal ( III )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora