6

135 15 2
                                    

Jace condujo a Simon escaleras arriba, mientras que Jane intentaba seguirles el paso. No quería dejarlos solos bajo ningún motivo. Jace se detuvo en un pasillo sólo para extender el brazo y abrir de un empujón una puerta.

  —Aquí dentro —dijo, medio empujando a Simon a través de la entrada para luego hacer a Jane entrar—. Deberíamos tener un poco de intimidad…

  Se interrumpió cuando una figura se alzó nerviosamente de uno de los sillones. Era un niño, era Max. Tenía el rostro serio, y aferraba un libro en las manos.

  —Lo siento, Max —dijo Jace, frunciendo el entrecejo —. Necesitamos la habitación. Una conversación de adultos.

  —Pero Izzy y Alec ya me echaron de la salita para poder tener una charla de adultos —se quejó Max—. ¿Adónde se supone que debo ir?

  Jace se encogió de hombros.

  —¿Tu habitación? —Agitó un pulgar en dirección a la puerta—. Es hora de que cumplas con tu deber para con tu país, amigo. Lárgate.

  Con expresión ofendida, Max pasó junto a ellos muy digno, con el libro apretado contra el pecho.

  Con la puerta cerrada, la habitación estaba tan poco iluminada que incluso Simon la encontró oscura. Olía a polvo. Jace la atravesó y descorrió las cortinas del extremo opuesto, dejando al descubierto un alto ventanal de una sola hoja que daba a una vista del canal justo al otro lado.

  Jace se volvió hacia Simon con expresión severa.

  —¿Qué te pasa, vampiro?

—¿Que qué me pasa? Eres tú quien prácticamente me ha arrastrado aquí por los cabellos.

  —Porque estabas a punto de decirles que Clary jamás canceló sus planes de venir a Idris. ¿Sabes qué sucedería entonces? Se pondrían en contacto con ella y lo organización para que viniese. Y ya te dije que eso no puede suceder.

  Simon sacudió negativamente la cabeza.

  —No te comprendo —dijo—. A veces actúas como si todo lo que te importase fuese Clary, y luego actúas como…

  Jace le miró fijamente.

— Chicos, basta — pidió Jane al ver la furia en los ojos de ambos.

  —¿Actúo como qué? — continuó Jace ignorando a la chica.

  —Estabas coqueteando con Aline —dijo Simon—. No parecía que te importase Clary entonces.

  —Eso no es asunto tuyo —repuso Jace—. Y además, Clary es mi hermana. Eso sí lo sabes.

—Yo también estaba allí en la corte de las hadas —replicó Simon—. Recuerdo lo que la reina seelie dijo. «El beso que la muchacha más desea, la liberará».

  —Apuesto a que lo recuerdas. Grabado a fuego en tu cerebro, ¿verdad, vampiro?

  — Jace... — comenzó a decir la rubia antes de ser interrumpida por Simon.

  —Ah, no lo harás. No voy a discutir sobre esto. No voy a pelear por Clary contigo. Es ridículo.

—Entonces, ¿por qué lo sacaste a relucir?

  —Porque —dijo Simon—, si quieres que mienta…, no a Clary, sino a todos tus amigos cazadores de sombras…, si quieres que finja que fue decisión de la propia Clary no venir aquí, y si quieres que finja que no sé nada sobre sus poderes, o lo que en realidad puede hacer, entonces tú tienes que hacer algo por mí.

  —Magnífico —respondió Jace—. ¿Qué es lo que quieres?

—Quiero que hagas lo que sea que tengas que hacer para convencer a Clary de que no sientes nada por ella. Y no… no me digas que eres su hermano; eso ya lo sé. Deja de darle falsas esperanzas cuando sabes que lo que sea que los dos tenéis no tiene futuro. Y no estoy diciendo esto porque la quiera para mí. Lo estoy diciendo porque soy su amigo y no quiero que resulte lastimada.

— ¡ Simon ! — exclamó Jane — Basta ya.

— ¿ Qué he dicho ? — replicó él — Es lo que quiero. Es todo lo que pido.

— Estás siendo injusto — dijo ella con enojo — Estás lastimando a Jace. Será mejor que te calles de una buena vez.

—Ya lo hice —respondió Jace ignorando la reciente conversación entre los otros dos —. Le dije que sólo estaba interesado en ser su hermano.

Jane había esperado que Jace peleara con Simon respecto a aquello, que discutiera, no que se limitara a ceder. Un Jace que simplemente cedía era alguno nuevo.

  —Bueno, eso soluciona esa parte, supongo. Hay una última cosa.

  —¿Sí? —Jace habló sin que pareciera sentir demasiado interés—. ¿Y cuál es?

  —¿Qué fue lo que Valentine dijo cuando Clary dibujó aquella runa en el barco? Sonó como un idioma extranjero. ¿Meme algo…?

  —Mene mene tekel upharsin —dijo Jace con una leve sonrisa—. ¿No lo reconoces? Es de la Biblia, vampiro. La antigua. Ése es tu libro, ¿verdad?

  —Que sea judío no significa que me sepa el Antiguo Testamento de memoria.

  —Es la Escritura sobre la Pared. «Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin; pesado has sido en la balanza y hallado falto». Es un augurio de fatalidad; significa el fin de un imperio.

  —Pero — intervino Jane — ¿qué tiene que ver eso con Valentine?

  —No sólo Valentine —dijo Jace—. Todos nosotros. La Clave y la Ley; lo que Clary puede hacer trastorna todo lo que ellos conocen como verdadero. Ningún ser humano puede crear runas nuevas, o dibujar la clase de runas que Clary puede dibujar. Únicamente los ángeles poseen ese poder. Y puesto que Clary puede hacer eso…, bueno, parece un augurio. Las cosas están cambiando. Las Leyes están cambiando. Puede que las antiguas costumbres no vuelvan a ser las costumbres correctas nunca más. Igual que la rebelión de los ángeles puso fin al mundo tal y como era…, partió el cielo por la mitad y creó el infierno…, eso podría significar el fin de los nefilim tal y como existen en la actualidad. Ésta es nuestra guerra en el cielo, y sólo un bando puede vencer. Y mi padre tiene intención de que sea el suyo.

— Eso no suena nada agradable — comentó Jane.

— No lo es — aseguró Jace — Será mejor que volvamos con los demás.

Jane cerró los ojos por un momento, convenciéndose a sí misma de lo que iba a hacer, sintiendo algo de temor ante lo desconocido.

— Chicos... — comenzó a decir — Antes de regresar con el resto hay algo que debería enseñarles.

— ¿ Qué ocurre, Jane ? — preguntó Simon.

— Jace, ¿ me prestas tu cazadora un momento ?

— Claro — respondió mientras se quitaba la cazadora y se la entregaba un poco confundido.

— Lo primero que les voy a pedir es que no se asusten, y mucho menos griten — les advirtió.

La rubia agarró fuertemente la cazadora de Jace para luego cerrar los ojos. La apretó contra su pecho y se concentró, hasta que poco a poco comenzó a sentir mareo y una pequeña punzada en su estómago la hizo gemir de dolor.

Cuando finalmente abrió los ojos, los dos chicos frente a ella la observaban atónitos, con las bocas en forma de O e incapaces de pestañear. En la pequeña habitación había solo un Simon, pero habían dos Jace.

Ciudad de Cristal ( III )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora