La mujer de los recuerdos de Jane se parecía muy poco a la mujer que tenía ante ella en aquel momento. Había recordado a Jocelyn en su faceta dulce y artística, un poco bohemia, con su mono salpicado de pintura, los cabellos rojos recogidos en coletas o sujetos en alto con un lápiz en un moño desmadejado. La Jocelyn que tenía delante aparecía tan radiante y aguda como un cuchillo, los cabellos recogidos atrás con severidad, ni un mechón fuera de lugar; el negro intenso de la vestimenta hacía que el rostro luciera pálido y duro. Tampoco mostraba la expresión que Jane había imaginado: en lugar de placer, había algo muy parecido al horror en el modo en que miró a Clary con aquellos ojos verdes tan abiertos.
—Clary —musitó—. Tu ropa.
Clary bajó los ojos para mirarse. Llevaba puesto el equipo de cazadora de sombras de Amatis, exactamente lo que su madre se había pasado toda la vida intentando evitar. Clary tragó saliva con fuerza y se levantó, aferrando el borde de la mesa con las manos.
Jocelyn avanzó hacia ella, alargando los brazos.
—Clary…
Y Clary se encontró retrocediendo tan precipitadamente que golpeó la encimera con la parte baja de la espalda. Lo mismo hacía Simon, y también Jane, con la boca levemente abierta; también Amatis parecía acongojada.
Isabelle se puso en pie, colocándose entre Clary y su madre. Deslizó la mano bajo el delantal, y Jane tuvo la impresión de que cuando la sacara empuñaría el delgado látigo de electro.
—¿Qué pasa aquí? —inquirió Isabelle—. ¿Quién es usted?
Su voz recia titubeó ligeramente a medida que parecía advertir la expresión del rostro del Jocelyn; ésta la miraba fijamente, con la mano sobre el corazón.
—Maryse. —La voz de Jocelyn fue apenas un susurro.
Isabelle pareció sobresaltada.
—¿Cómo sabe el nombre de mi madre?
El rostro de Jocelyn se ruborizó de golpe.
—Desde luego. Eres la hija de Maryse. Es sólo… que te pareces tanto a ella. —Bajó la mano despacio—. Soy Jocelyn Fr… Fairchild. Soy la madre de Clary.
Isabelle sacó la mano de debajo del delantal y miró a Clary, confusa.
—Pero usted estaba en el hospital… en Nueva York…
—Sí —dijo Jocelyn con voz firme—. Pero, gracias a mi hija, estoy perfectamente ahora. Y me gustaría estar un momento a solas con ella.
—No estoy segura —dijo Amatis— de que ella quiera estar un momento a solas contigo. —Alargó el brazo para posar la mano sobre el hombro de Jocelyn—. Se ha llevado una buena impresión…
Jocelyn se desasió de Amatis y avanzó hacia Clary, alargando las manos.
—Clary…
Por fin Clary recuperó la voz. Era una voz fría, gélida, tan enojada que la sorprendió:
—¿Cómo has llegado aquí, Jocelyn?
Su madre se detuvo en seco y una expresión de incertidumbre asomó a su rostro.
—Viajé a través de un Portal hasta las afueras de la ciudad en compañía de Magnus Bane. Ayer vino a verme al hospital…, trajo el antídoto. Me contó todo lo que hiciste por mí. Lo único que deseaba desde que desperté era verte… —Su voz se apagó—. Clary, ¿sucede algo?
—¿Por qué no me contaste nunca que tenía un hermano? —dijo ella.
Jocelyn bajó las manos.
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Ciudad de Cristal ( III )
Fiksi PenggemarTras el reciente descubrimiento de sus habilidades, Jane se mantiene a raya, intentando ocultarlo por el mayor tiempo posible. Intentando salvar a la madre de Clary, los chicos emprenden un viaje a la Ciudad de Cristal. Allí Simon ha sido encarcelad...