—¿Hodge? —repitió Simon con perplejidad—. Pero no puede ser. Hodge era… y Samuel, no puede ser…
—Bueno, es la especialidad de Hodge, al parecer —dijo Alec con amargura—. Hacerte creer quien no es.
—Pero él dijo… —empezó a decir Simon.
La expresión del rostro de Hodge era suficiente. No era culpa, en realidad; ni siquiera horror por haber sido descubierto, sino una terrible pesadumbre que resultaba duro contemplar durante mucho tiempo.
—Jace —dijo Hodge con voz muy baja—. Alec…, lo siento mucho.
Jace se movió entonces del modo en que se movía cuando peleaba, y se colocó ante Hodge con un cuchillo en la mano cuya afilada punta se dirigía a la garganta de su viejo tutor. El reflejo del resplandor del fuego resbaló por la hoja.
—No quiero tus disculpas. Quiero un motivo por el que no debería matarte ahora mismo, justo aquí.
—Jace —Jane pareció alarmada —. Jace, aguarda.
Sonó un rugido repentino cuando parte del tejado del Gard se llenó de lenguas de fuego anaranjadas. El calor titiló en el aire e iluminó la noche.
—No —dijo Jace—. Sabías lo que mi padre me hizo, ¿verdad? Conocías todos sus sucios secretos.
Alec paseaba la mirada con estupor desde Jace hasta su viejo tutor.
—¿De qué estás hablando? ¿Qué sucede?
El rostro de Hodge se arrugó.
—Jonathan…
—Siempre lo has sabido, y jamás me dijiste nada. Todos estos años en el Instituto… y jamás me dijiste nada.
La boca de Hodge se entreabrió flácida.
—No… no estaba seguro —musitó—. Cuando no has visto a un niño desde que era un bebé… No estaba seguro de quién eras, y mucho menos de lo que eras.
—¿Jace?
Alec los miraba alternativamente, con consternación, pero ninguno de ellos le prestaba la menor atención a nada que no fuese el otro. Hodge parecía un hombre atrapado en un torno que se fuese tensando; sus manos daban sacudidas a los costados como atenazadas por el dolor y sus ojos se movían veloces de un lado a otro.
—No te creo —dijo Jace.
—Cuando los Lightwood me informaron de que iban a hacerse cargo del hijo de Michael Wayland, yo no sabía nada de Valentine desde el Levantamiento. Llegué a pensar que se había olvidado de mí. Incluso recé para que estuviese muerto, pero jamás lo supe. Y entonces, la noche antes de tu llegada, Hugo vino con un mensaje de Valentine para mí. «El chico es mi hijo». Eso era todo. —Respiró entrecortadamente—. No sabía si creerle. Pensé que lo sabría…, pensé que lo sabría, simplemente mirándote, pero no había nada, nada que me diera esa seguridad. Y pensé que se trataba de una estratagema de Valentine, pero ¿qué estratagema? ¿Qué intentaba hacer? Tú no tenías ni idea, pero lo tuve muy claro, pero en cuanto al propósito de Valentine…
—Deberías haberme contado lo que yo era —replicó Jace, de un solo golpe de voz, como si le extrajesen las palabras a puñetazos—. Podría haber hecho algo al respecto. Matarme, quizá.
Hodge alzó la cabeza, levantando los ojos hacia Jace por entre los cabellos enmarañados y sucios.
—No estaba seguro —volvió a decir, medio para sí—, y en los momentos en que me lo preguntaba… pensaba que, tal vez, la educación podría importar más que la sangre… que se te podía enseñar…

ESTÁS LEYENDO
Ciudad de Cristal ( III )
FanfictionTras el reciente descubrimiento de sus habilidades, Jane se mantiene a raya, intentando ocultarlo por el mayor tiempo posible. Intentando salvar a la madre de Clary, los chicos emprenden un viaje a la Ciudad de Cristal. Allí Simon ha sido encarcelad...