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Esperando esquivar la multitud, Simon y Jane tomaron el camino largo para regresar al estrado, escabulléndose por detrás de las hileras de pilares que bordeaban los lados del Salón. La rubia mantuvo la cabeza gacha mientras caminaba, absorta en sus pensamientos. Parecía extraño que Alec, sólo un año o dos mayor que Isabelle, fuese a pelear en una guerra mientras el resto de ellos se quedaba atrás. Isabelle parecía tomárselo con tranquilidad. No había gritos, ni histerias. Era como si lo hubiese esperado. A lo mejor era así. A lo mejor todos lo aceptaban. Pero Jane no. Jane no podía aceptar que Alec fuese a pelear. Sentía que lo iba a perder, y era tan abrumador el sentimiento que no había podido evitar llorar mientras le contaba a Alec como se sentía, además de toda la historia que le había contado Amatis.

Estaban cerca de los peldaños del estrado cuando echó un vistazo arriba y vio, ante su sorpresa, a Raphael, de pie al otro lado de Luke, con su acostumbrado semblante casi inexpresivo. Luke, por otra parte, parecía nervioso: negaba con la cabeza, con las manos alzadas en actitud de protesta; Jocelyn, junto a él, parecía indignada. Jane no podía ver el rostro de Clary, pero la conocía lo bastante bien como para reconocer su tensión simplemente por la posición de los hombros.

Puesto que no quería que Raphael les viese, se escabulleron tras un pilar para escucharlos. Incluso por encima del murmullo de voces, pudieron oír la voz de Luke cada vez más elevada.

-Ni hablar -decía Luke-. No puedo creer siquiera que lo pidas.

-Y yo no puedo creer que rehúses. -La voz de Raphael era fría y nítida-. Es tan poca cosa.

-No es una cosa. -Clary sonó enojada-. Es Simon. Es una persona.

-Es un vampiro -dijo Raphael-. Algo que pareces olvidar continuamente.

-¿No eres tú un vampiro también? -preguntó Jocelyn, con el tono de voz gélido -. ¿Estás diciendo que tu vida carece de valor?

Jane se apretó contra el pilar. ¿Qué sucedía?

-Mi vida tiene gran valor -replicó Raphael-, ya que es, a diferencia de la vuestra, eterna. Pero ésa no es la cuestión. Es un vampiro, uno de los míos, y estoy pidiendo su vuelta.

-No puedes recuperarlo -le espetó Clary-. Jamás lo tuviste para empezar. Nunca siquiera estuviste interesado en él, tampoco, hasta que descubriste que podía andar por ahí a la luz del día...

-Posiblemente -repuso Raphael-, pero no por la razón que crees. Ningún vampiro debería poseer el poder que él tiene -dijo-, igual que ningún cazador de sombras debería poseer el poder que tú y tu hermano poseéis. Durante años se nos ha dicho que no deberíamos existir y que somos anormales. Pero eso... eso sí que es anormal.

-Raphael -el tono de Luke era de advertencia-, no sé qué esperas obtener. Pero no existe la menor posibilidad de que consintamos que le hagas daño a Simon.

-En cambio dejaréis que Valentine y su ejército de demonios haga daño a toda esta gente, a vuestros aliados. -Raphael efectuó un amplio gesto que abarcó toda la habitación-. ¿Les permitiréis que arriesguen sus vidas según su propio criterio pero no le daréis a Simon la misma elección? A lo mejor él elegiría de un modo distinto al vuestro. -Bajó el brazo-. Sabes que no pelearemos a vuestro lado de lo contrario. Los Hijos de la Noche no tomarán parte en aquello que suceda hoy.

-Entonces no lo hagáis -dijo Luke-. No compraré vuestra cooperación con una vida inocente. No soy Valentine.

Raphael se volvió hacia Jocelyn.

-¿Qué hay de ti, cazadora de sombras? ¿Vas a dejar que este hombre lobo decida lo que es mejor para tu gente?

-Si le pones una mano encima a Simon, vampiro, te cortaré en pedacitos y se los daré a mi gato. ¿Entendido?

Ciudad de Cristal ( III )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora