11

134 14 7
                                    

En cuanto la puerta se cerró detrás de Clary, Jace se desplomó contra la pared, como si le hubiesen cortado las piernas. Estaba lívido con una mezcla de horror, conmovido y lo que casi parecía alivio, como si se hubiese evitado una catástrofe por muy poco.

  —Jace —dijo Alec, dando un paso hacia su amigo—, ¿realmente crees…?

  Jace habló en voz baja, interrumpiéndole.

  —Salid —dijo—. Los tres.

  —¿Para que puedas hacer qué? —exigió Jane—. ¿Destrozar un poco más tu vida? ¿De qué demonios iba todo esto?

  Jace negó con la cabeza.

  —La he enviado a casa. Era lo mejor para ella.

  —Has hecho muchísimo más que enviarla a casa. La has destruido. ¿Has visto su cara?

  —Ha valido la pena —dijo Jace—. No lo comprenderías.

  —Para ella, quizá —dijo Isabelle—. Espero que acabe mereciendo la pena para ti.

  Jace desvió la cabeza.

—Déjame solo, Isabelle. Por favor.

  Isabelle lanzó una mirada sobresaltada a su hermano. Jace jamás pedía nada por favor. Alec le puso una mano en el hombro.

  —Olvídalo, Jace —dijo, con toda la amabilidad que pudo—. Estoy seguro de que ella estará bien.

  Jace alzó la cabeza y miró a Alec sin mirarle en realidad; parecía tener la vista puesta en la nada.

  —No, no lo estará —dijo—. Pero ya lo sabía. Por cierto, ¿podrías decirme qué viniste a contarme? Hace un momento parecía muy importante.

  Alec retiró la mano del hombro de Isabelle.

  —No quise decírtelo delante de Clary…

  Los ojos de Jace finalmente se concentraron en Alec.

  —¿No quisiste decirme qué?

  Alec vaciló. Raras veces había visto a Jace tan trastornado, y sólo podía imaginar qué efecto podría tener en él más sorpresas desagradables.

  —Ayer —dijo, en voz baja—, cuando llevé a Simon arriba al Gard, Malachi me contó que Magnus Bane esperaría a Simon en el otro extremo del Portal. Recibí noticias suyas esta mañana. No recogió a Simon. De hecho, dice que no ha habido actividad de Portales en Nueva York desde que Clary cruzó.

  —A lo mejor Malachi se equivocó —sugirió Jane, tras una rápida mirada al rostro ceniciento de Jace—. A lo mejor otra persona recibió a Simon en el otro lado. Y Magnus podría equivocarse sobre lo de la actividad de los Portales…

  Alec negó con la cabeza.

  —Subí al Gard esta mañana con mamá. Mi intención era preguntarle yo mismo a Malachi sobre ello, pero cuando le vi…, no sé por qué…, me escondí tras una esquina a toda prisa. Entonces le oí hablar a uno de los guardas. Les ordenaba que hicieran subir al vampiro porque el Inquisidor quería volver a hablar con él.

—¿Estás seguro de que se refería a Simon? —preguntó Isabelle sin convicción en voz—. Quizá…

  —Hablaban sobre lo estúpido que había sido el subterráneo al creer que lo enviarían así sin más de vuelta a Nueva York sin interrogarlo. Uno de ellos dijo que para empezar no podía creer que nadie hubiese tenido la desfachatez de intentar introducirlo a hurtadillas en Alacante. Y Malachi dijo: «Bueno, ¿qué esperáis del hijo de Valentine?»

Ciudad de Cristal ( III )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora