Por algún motivo, lo primero que la muchacha advirtió fue que no llevaba ni barba ni bigote. Ello lo hacía parecer más joven, más parecido al muchacho enojado de los recuerdos que Ithuriel le había mostrado. En lugar de un traje de combate, vestía un traje oscuro de raya diplomática de elegante corte y una corbata. Iba desarmado. Podría haber pasado por cualquiera de los hombres que recorrían las calles de Manhattan. Podría haber pasado por el padre de cualquiera.
No miró en dirección a Clary, ni dio muestras de advertir su presencia en absoluto. Tenía los ojos puestos en Luke mientras avanzaba por el estrecho pasillo entre los bancos.
El Inquisidor Aldertree emitió un ruido parecido al de un oso herido; se desasió de Malachi, que intentaba retenerlo, descendió del estrado con pasos tambaleantes y se arrojó sobre Valentine.
Pasó a través de su cuerpo igual que un cuchillo abriéndose paso a través del papel. Valentine se volvió para contemplar a Aldertree con una expresión de anodino interés mientras el Inquisidor se tambaleaba, chocaba con un pilar y caía, desgarbadamente, de bruces contra el suelo. El Cónsul, siguiéndolo, se inclinó para ayudarlo a ponerse en pie.
Otro tenue murmullo se propagó por la estancia. El Inquisidor chirriaba y forcejeaba como una rata en una trampa; Malachi lo sujetaba firmemente por los brazos mientras Valentine se adentraba en la habitación sin dedicar otra mirada a ninguno de los dos. Los cazadores de sombras que habían estado agrupados alrededor de los bancos retrocedieron, como las aguas del mar Rojo abriéndose para Moisés, dejando una senda despejada hasta el centro de la sala. Jane sintió un escalofrío cuando se aproximó a donde estaba ella con Clary, Luke y Simon. «Es sólo una proyección —se dijo—. No está aquí en realidad. No puede hacerte daño».
A su lado, Simon se estremeció. Clary le cogió la mano justo cuando Valentine se detenía en los peldaños del estrado y se volvía parar mirarla directamente. Sus ojos la escudriñaron una vez, con indiferencia, como para tomarle la medida; pasaron completamente por encima de Simon y Jane, y fueron a posarse en Luke.
—Lucian —dijo.
Luke le devolvió la mirada, fija y uniforme, sin decir nada.
—He oído que la Clave te ha hecho formar parte del Consejo —dijo Valentine—. Sería muy propio de una Clave diluida por la corrupción y la alcahuetería verse infiltrada por mestizos degenerados.
Su voz era plácida, casi jovial; hasta tal punto que era difícil percibir el veneno de sus palabras, o creer realmente que las decía en serio. Su mirada se volvió de nuevo hacia Clary.
—Clarissa —dijo—, aquí con el vampiro y la bastarda, ya veo. Cuando las cosas se hayan arreglado un poco, debemos discutir en serio tu elección de mascotas.
Un gruñido sordo brotó de la garganta de Simon. Jane lo agarró la mano, con fuerza…, tan fuerte que habría habido una época en que él se habría desasido violentamente debido al dolor. Ahora no parecía sentirlo.
—No —susurró ella—. Claro que no.
Valentine ya había apartado la atención de ellos. Ascendió los peldaños al estrado y se dio la vuelta para mirar a todos los allí reunidos.
—Tantos rostros familiares —comentó—. Patrick. Malachi. Amatis.
Amatis permanecía rígida; los ojos le ardían de odio.
El Inquisidor seguía forcejeando sujeto por Malachi. La mirada de Valentine se movió, medio divertida.
—Incluso tú, Aldertree. He oído que fuiste indirectamente responsable de la muerte de mi viejo amigo Hodge Starkweather. Fue una lástima.

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Ciudad de Cristal ( III )
FanfictionTras el reciente descubrimiento de sus habilidades, Jane se mantiene a raya, intentando ocultarlo por el mayor tiempo posible. Intentando salvar a la madre de Clary, los chicos emprenden un viaje a la Ciudad de Cristal. Allí Simon ha sido encarcelad...