2. Casualmente en el auto

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Han pasado dos meses desde que Sarah Rogers se fue y las cosas mejoraron un poco desde entonces. Bucky se ha quedado a vivir en la casa de Steve desde el día del entierro y puso su departamento en venta.

Las horas de trabajo y el sueldo de Bucky siguen siendo los mismos, sin embargo Steve consiguió un empleo en una editorial de un periódico como dibujante y ahora pueden darse pequeños gustos.

— ¡Bucky! ¡Se te va a hacer tarde, te quedaste dormido!

Steve le grita prácticamente en el oído a Barnes levantándolo de golpe de su reconfortante sueño.

—Mierda, ¿qué hora es?

—Las 6:40, ¡no vas a llegar a tiempo! Te empaqué el desayuno para que te lo lleves, está en la mesa, y te dejé algo de dinero para el almuerzo.

Bucky se levanta rápidamente y se viste en 5 minutos. Su pelo sigue despeinado y su camisa no está bien abotonada. Se mete un peine en el bolsillo de su pantalón y se lava los dientes tan rápido que quizás tiene un poco de sangre en las encías.

Bucky llega al comedor y se percata del delicioso sándwich de mermelada y una manzana en una bolsita de papel.

—Gracias mamá Steve, es un gusto poder contar con su sazón. –dice Bucky con un tono de burla y una sonrisa en su rostro.

—Vete al diablo Buck, te veo en la tarde. –niega divertidamente el rubio.

— ¡Buena suerte en tu primer día Picasso!

— ¡Gracias mago de la limpieza!

Bucky cierra la puerta y prepara ahora su propio almuerzo para el trabajo. Lleva una pequeña chamarra café, unos pantalones oscuros y sus cabellos rubios perfectamente peinados. Causar una buena primera impresión es necesario aunque él siente que con su pequeño cuerpo se siente "presentable" al salir.

Camina por las calles de Brooklyn hasta que llega a la editorial del periódico "The NY News" con su maletín lleno de lápices, colores y papel. No es un periódico reconocido, pero el sueldo que le prometieron es aceptable. La secretaria lo lleva a su cubículo donde podrá empezar a dibujar y recibe indicaciones sobre lo que tiene que dibujar.

Steve está tan de buen humor, que no le importa que le hayan pedido que dibuje una caricatura sobre la guerra. Es 1943, las cosas aún siguen tensas en el país y él tiene la idea clavada en el cerebro de enlistarse en el ejército.

Bucky le ha dicho que solo serían unos meses lejos si lo aceptaban y que no tiene que hacer un lío para entrar junto con él. Steve ya sabe que no lo dejarían entrar ni aunque fuera rico y famoso.

Su historial médico parece la mismísima biblia. Su asma no le permite correr o hacer mucho ejercicio y su estatura es un problema, pero es tan terco que cuando una idea se le mete a la cabeza, ni el loquero más experto puede ayudarlo a que la olvide.

Su padre es quien le hizo plantearse esa idea. Odia la discriminación hacia los demás por cualquier cosa insignificante, y cuando escuchaba en la radio o veía en la televisión las cosas que acerca de los campos de concentración, sus ganas por enlistarse aumentaban. Su padre había participado en la Primera Guerra Mundial y él solo quiere seguir sus pasos defendiendo a su país.

Sabe que Bucky no sería rechazado. Se había enlistado hace un mes y estaba en perfectas condiciones. Su padre le enseñó a disparar, a golpear y hasta a fumar y beber, mientras que el suyo le enseñó a dibujar, a pagar las cuentas y ahora está bajo tierra.

Steve acaba de dibujar la caricatura con algo de incomodidad y termina su primer día en el trabajo y se dirige felizmente a su casa.

Logra pasar a la panadería de la señora Jones y conseguir los ingredientes para preparar algo que realmente se le había antojado: un pastel de chocolate.

Cornelia Street | StuckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora